MALENTENDIDO
FUE en la época del legendario tranvía, cuando el Lic. don Adán Acosta Valverde, para trasladarse a su bufete, viajaba en uno de aquellos carros tan lleno de gentes, que muchos iban de pie, «guindando de un cuerito», como él solía decir.Al aproximarse el vehículo a la esquina donde el Lic. Acosta tenía que apearse, y estando el paso a la salida sumamente incómodo, éste exclamó en alta voz:
-Campo, señores, que me voy a arrojar, que ya me arrojo …
Todos los parados y «guindando de un cuerito», al escuchar aquello, dejaron libre el paso y entonces don Adán, bajando tranquilamente del tranvía, dijo sonriendo:
Idiay, viejitos, qué creyeron, que iba a botar el rancho …
Tomado del Anecdotario del Lic. Adán Acosta V.
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