HOMBRE DE AYER
CUANDO gobernaba el Dr. don Jesús Jiménez, el General don Gerardo Barrios se asiló en Costa Rica. Las otras repúblicas centroamericanas pusieron sus reparos y terminaron pidiendo la expulsión, bajo amenaza de romper las hostilidades.El Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores, don Julián Volio, eminente ciudadano y varón leal, tuvo sus dudas. Vio el peligro y creyó prudente evitarlo.
Entonces convocó una Junta de Notables para recabar su opinión. Todos se pronunciaron por mantener el asilo.
Don Julián rogó al Presidente que lo tuviera por separado de su cargo.
El Doctor Jiménez, apreciador de las condiciones de su colaborador, le contestó:
—Nunca el país ha necesitado más de sus luces y talento. ¡No me niegue su auxilio!
—¿Y qué hizo don Julián Volio?
El hijo del Dr. Jiménez, don Ricardo, contesta:
—»Se desprendió de su opinión, y se quitó como si dijéramos, el saco; se arremangó la camisa, le metió el hombro al carro atascado en el mal paso, y lo puso a rodar de nuevo sobre el buen camino».
Sus notas de entonces constituyen una de las más brillantes páginas de nuestra historia diplomática.
Anecdotario costarricense de Francisco María Núñez