RECUERDOS
DE don Pepe recuerdo sus ojos de un color verde azul indefinible, saltaban, del fuego de las neuronas de su cerebro, ideas fuera de lo común, muchas veces serenas, otras otropelladoras.Cuando don Pepe vivía —en sus casi últimos años— en una modesta casita de madera de dos pisos en los cerros de Ochomogo, me invitó a tomar café o a almorzar en su compañía algunas veces. Su comida era frugal: un par de chayotes hervidos. No fumaba ni tomaba licor.
Trejos Gerardo. Remembranzas (Pequeñas Acuarelas). Editorial Juricentro, San José, Costa Rica, 2009, páginas 169 y 170.
Anécdota de Gerardo Trejos
Tomado del Anecdotario del elespiritudel48.org
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