Fue Marcial Aguiluz el que coordinó con Fidel el envío y Manuel Enrique (Pillique) Guerra se fue a traerlas. El problema que se presentó fue que, mientras se desembarcaban las armas, la arena de la playa de Llorona se secó, por lo que hubo que esperar a que fuera nuevamente mojada con la marea. En el interín un avión comercial de Lacsa informó de que había aterrizado, seguramente de emergencia un avión en Llorona.
Eso puso en alerta al Gobierno de don Mario Echandi, nosotros nos enteramos de los preparativos para enviar una lancha a Llorona, pues teníamos pinchada la línea de teléfonos que tenía el Gobierno con el Resguardo Fiscal y con la Comandancias de Provincia.
Se dispuso salvar las armas, pero no tener ningún enfrentamiento bélico con el Gobierno. Así las cosas movimos la gente de San Isidro del General para que recibiera las armas, para en avioneta sacar las armas a ese lugar, ya que la cantidad no nos permitía traerlas todas a Lindora donde Muñeco Araya trasladó una cantidad importante.
Frank definió irse a Llorona en avioneta, para personalmente hacerse cargo del operativo, yo le dije «Frank no te vallás si no llevás a alguien importante de Liberación, pues nos pueden dejar botados», pero Frank siempre se fue.
Como al irse Frank me había dejado a cargo, yo mandé a llamar a Carlos Gamboa, quién era el segundo del grupo de ex combatientes, separados de Figueres y que lideraba Frank.
Carlos informado del ofrecimiento de don Pepe, definió que le pidiéramos a don Pepe, que la Reserva del PLN actuara creando disturbios, para entretener a la gente del gobierno mientras nosotros sacábamos las armas, por lo que definimos ir a hablar con don Pepe, que en ese momento se encontraba en casa de su hermana con su cuñado Cornelio Orlich.
En la casa de don Cornelio nos recibió don Pepe a Carlos y a mí, yo le expuse la situación y le pedí la colaboración de la reserva, a lo que me contestó que no podía acceder, yo le recriminé diciéndole que estaba ahí por que él nos había ofrecido ayuda, a lo que me contestó que lo que yo pedía era un cheque en blanco y que la ayuda la había ofrecido en lo personal y que lo que yo le pedía no era personal, era como jefe de partido, lo que era diferente. Yo indignado le grité: Lo que pasa es que usted es un viejo cabrón, que tiene dos caras una para ofrecer y otra para quitarse, don Pepe se volvió donde Carlos y le preguntó que pensaba él a lo que Carlos le contestó que mejor no decía nada, inmediatamente partimos, los sucesos de Llorona son ampliamente conocidos y no me voy a referir a ellos.
Yo en ese tiempo trabajaba como vendedor en FACO y sin que hubiera pasado más de dos meses de lo anteriormente narrado, don Franz Amrhein, el dueño y un hombre muy especial, me dijo que había estado don Pepe en busca de una planta eléctrica grande, y que había convenido con él, el que yo lo visitaría en La Lucha al día siguiente. Yo le conté a don Franz lo que había pasado y que yo no podría ir, que iba a ser una bronca, don Franz me dijo, vaya tranquilo don Pepe lo va a recibir bien, de eso no se preocupe.
Como donde manda capitán no manda marinero, me fui a cumplir la orden de don Franz, estaba seguro de que don Pepe me iba a recriminar.
Me recibió amablemente, pocos días después le vendería una planta grande, que tenía la Deutz nueva en Perú, ya que la empresa pesquera que la había comprado, había quebrado, por lo que el precio fue muy favorable.
También le vendí ocho equipos de riego para Santa Elena, cuando los equipos llegaron unos pocos meses después, don Pepe me dijo, ya ve, tengo tres años de tratar de que STICA, me diseñe los equipos de riego y no logré nada, con usted, ya lo ve, ya estamos regando.
Como corolario a lo anterior, la planta llegó acompañada de unos planos de los cimientos, pero don Pepe dijo que los alemanes eran unos botaratas, por lo que redujo el hierro y el concreto con un diseño que él hizo, a los pocos días los cimientos cedieron, por lo que la planta tuvo una torcedura que obligó a una importante reparación y esta vez, don Pepe si dejo que usaran los planos de los cimientos de los alemanes.
Anécdota de Oscar Saborío
Tomado del Anecdotario del elespiritudel48.org