La reunión era en el centro colón, en un saloncito destinado a esos fines.
Cuando Miguel y yo llegamos, ya don Pepe se encontraba sentado en la cabecera de la mesa, lo saludamos y él me preguntó quién era yo (como yo sabía que una manera que tenía don Pepe de bajarle el piso a alguien era esa) le contesté, me preocupa don Pepe veo que los años lo están golpeando y ya no conoce a la gente. Muy bravo me contestó «Usted siempre con sus malacrianzas», pasado ese momento Miguel y don Pepe conversaron de política una media hora, al irnos don Pepe nos despidió sonriente y cariñosamente.
Anécdota de Oscar Saborío
Tomado del Anecdotario del elespiritudel48.org