EN MÉXICO
EN el exilio de México, don Pepe empezó a conspirar contra el gobierno de Calderón Guardia. Hizo envíos frecuentes de armamento, pero generalmente fueron requisados en Costa Rica.Luego, a costa de su comodidad económica, empezó a hacer contrabandos de una cerámica mexicana extraordinariamente frágil. En medio de los platos y de las tazas, se ocultaban los fusiles. En Costa Rica, los inspectores temían el quebradero y dejaban pasar las cajas sin examen.
Pero fue descubierto en México. Un general azteca lo llamó y sin mayor preámbulo le anunció que, a cambio de $20.000, se olvidaría del asunto.
Don Pepe volvió a su humildísimo apartamento del Distrito Federal, cubierto de pesadumbre, y le contó todo a su esposa, Henrietta Boggs. «Todo lo perdimos. Mañana volvemos a empezar», le dijo, mientras se estrujaba la cabeza, en un gesto que le era característico.
Anécdota de Alberto Cañas
Tomado del Anecdotario del elespiritudel48.org.