Jaime Ordoñez
¿El mundo se volvió ya la distopía que predijeron Blade Runner o Mad Max, esas extraordinarias películas de Ridley Scott y George Miller, hoy de culto, que describen un futuro donde el rechazo al conocimiento es la moneda de mayor valor? Narran un mundo donde el que lee o piensa es un tonto, un “looser», un fracasado…Hace poco me invitaron a dar una charla en una pequeña universidad, de reciente formación. “ Teoría del Poder y Democracia en América Latina”. Al puro inicio, decidí preguntarle a los estudiantes, la mayoría de 18 y 19 años: ¿A ver, cuántos han leído Cien Años de Soledad, de García Márquez? De 35 estudiantes, solo uno levantó la mano. ¿Y saben quién fue Carlos Luis Fallas, apodado Calufa? ¿Alguien leyó su “Marcos Ramírez o su Mamita Yunai? Solo dos estudiantes. Y, ¿“Señor Presidente” de Miguel Ángel Asturias? ¿Yo, El Supremo?, de Roa Bastos. “¿Carpentier, El Recurso del Método?” Silencio absoluto en la sala.
“Carajo!, hoy ya nadie lee nada, salvo la redes sociales!”, pensé para mis adentros. “Pero, ¿cómo diablos explicar la demencial historia de esta región del mundo, siempre llena de sobresaltos, demasías y cuartelazos, de dictadores cruentos de diverso pelaje y de encías amarillas y purulentas; esta America Latina plagada de Ubicos, de Somozas y Trujillos; de Galtieris y Videlas, de Ortegas y Maduros, o de Augustos Pinochet, ese acomplejado matón de bigote y uniforme prusiano y su Golpe de Estado en La Moneda (se están cumpliendo 50 años, por cierto…), que le mandó a cortar los brazos al gran Víctor Jara en pleno Estadio Nacional de Santiago para que no pudiera volver a tocar la guitarra, cómo explicar este Continente si ya nadie lee su literatura, justo allí donde está la verdadera alma de los pueblos?”
“Claro—me dije a mí mismo—no es culpa de estos muchachos, fue el apagón educativo, fue el Covid, fueron los rezagos, etc., pero también estupidez supina del MEP y de las colegios privados (nadie se salva aquí…) que sacaron del curriculum de segunda enseñanza todo lo valioso por leer, desde el Mío Cid, hasta el Quijote, desde García Márquez hasta Orwell, Conrad o Kafka, etc., y pusieron en su lugar libracos de cuarta o quinta categoría, de algún amigote o primo segundo, que, por cierto, nadie tampoco lee. Corrupción y decadencia supina… Por eso estamos como estamos.
Pensé que eran mis vicios particulares (mi pasión por la literatura y la filosofía) y decidí hacerles dos o tres preguntas básicas de otras disciplinas. “A ver, ¿qué es una hipotenusa?’”, “O un triángulo isósceles”? “ ¿Han oído hablar de Charles Darwin, y a cuál región de Surámérica viajó para sus investigaciones? ¿Cómo se llamó su famoso libro?”. “A cuál inglés le cayó una manzana en la cabeza y revolucionó la física moderna?” Salvo 2 o 3 manos tímidas que se levantaron al fondo del salón, con respuestas vacilantes, silencio general en la sala.
Por eso todo se nos fue al carajo. Porque nadie lee nada. Empezando por los propios padres de las familias de donde proceden esos jóvenes. Quizá ni los propios profesores de segunda enseñanza, con honrosas excepciones.
No sólo se trata de que incumplimos el 8% del PIB en la educación; de que siempre los ajustes estructurales de presupuestos (el PAE de los años 80 o 90, o la malhadada Regla Fiscal de estos últimos gobiernos) siempre se ensaña contra los presupuestos de educación y salud; o de estupideces como desmantelar la Fundación Omar Dengo, que cubría casi 200,000 estudiantes del país, sin que el MEP pueda sustituirla por nada.
Se trata de que la vía esencial para el conocimiento—la lectura—ya no existe para el 90% o 95% de la gente en esta sociedad. Un pueblo estupidizado por las redes sociales, por el clásico de la Liga y el Monstruo, por las modelitos y sus novios futbolistas (los nuevos y máximos arquetipos sociales), por el chifrijo y la charanga. Por los calzones de las Kardashian o el próximo concierto de Bad Bunny o Luis Miguel. Por la creencia de que la Negrita nos salvará de todo, mientras apenas estamos graduando al 50% de estudiantes de Bachillerato, y al otro se los llevará el mar del desempleo, la droga, la violencia.
¿Hay alguna luz al final del túnel? ¿Podrá el 5% de los muchachos que todavía leen cambiar el futuro para las próximas generaciones?
Tomado muro de FB