Análisis del plan de Trump para Gaza

El plan de Trump obvia qué pasará con Hamás y da tiempo a Netanyahu para convertir Gaza en un protectorado o anexionarla

Por Juan Antonio Sanz* – Público.es

Gaza

El presidente estadounidense consigue en Sharm el Sheij el aplauso internacional a su plan de paz para Gaza, pero deja el futuro palestino en el aire.

La liberación de los rehenes secuestrados por Hamás, a cambio de 2.000 presos palestinos, trae un alivio a la sociedad israelí y apuntala, de momento, el apoyo a Benjamin Netanyahu. El primer ministro de Israel celebró este lunes el fin de la guerra en Gaza auspiciado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ante el Parlamento israelí alabó la estrategia del uso de la fuerza para conseguir la paz. Una paz que, sin embargo, y pese a los festejos que Trump repitió horas después en la localidad egipcia de Sharm el Sheij ante líderes árabes y europeos, queda aún muy lejos en ese Oriente Medio que, según el mandatario estadounidense, ha entrado en una «nueva edad dorada» de la que se cree artífice.

«Este es el amanecer histórico de un nuevo Oriente Medio», dijo Trump ante el Parlamento israelí. Una frase grandilocuente, arropada por la alegría por la liberación este lunes de los 20 rehenes vivos que permanecían en manos de Hamás desde hace dos años a cambio de 2.000 presos palestinos, pero que esconde inquietantes perspectivas.

En ese nuevo Oriente Medio que anda forjando Trump con su fórmula de «la paz a través de la fuerza» (aplicada sin piedad por Netanyahu en el genocidio de Gaza), los palestinos ven desvanecerse las posibilidades de un Estado propio y quedan a merced de los intereses estadounidenses e israelíes, aquellos con el negocio de la reconstrucción de la Franja y éstos con una hoja de ruta de ocupación que queda simplemente aplazada.

De nuevo, Hamás se convierte en arma de Israel contra la ANP

En el nuevo orden de Trump, y pese a las cláusulas del plan inicial, Hamás sigue vivo y coleando en Gaza. Netanyahu sigue teniendo en la organización palestina el pretexto perfecto para intervenir de nuevo en la Franja cuando llegue el momento. En una nueva vuelta de tuerca de su retorcida política exterior, Trump reconoció este lunes a bordo del Air Force One que Hamás seguirá ejerciendo «por un tiempo» el control armado en la parte de Gaza donde no habrá, en principio, presencia militar israelí. «Tendremos que vigilar que no haya grandes problemas. Creo que todo irá bien», agregó.

Es un riesgo calculado y acordado, está claro, con Netanyahu. La supervivencia de Hamás sirve a los planes israelíes para impedir una Administración propia en Gaza en la que pudieran tener un nuevo papel la Autoridad Nacional Palestina y su presidente, Mahmud Abás, cuya autoridad está reducida a las partes de Cisjordania, el otro territorio palestino, que aún no ha sido ocupadas por los colonos ilegales judíos o el Ejército israelí.

Tras conocerse que Hamás no podrá entregar inmediatamente la totalidad de los 28 rehenes israelíes muertos que estaban aún en su poder, retorno también incluido en el acuerdo de paz, el ministro israelí de Defensa, Israel Katz, ya lanzó su aviso. «Cualquier retraso o intento de eludir (esa entrega) se considerará una flagrante violación del acuerdo y se responderá en consecuencia», declaró Katz en un comunicado. También se escucharon demandas de las agrupaciones de familiares de los rehenes para que se suspenda el acuerdo de paz hasta que todos los cadáveres de los cautivos judíos retornen a Israel.

La destrucción sistemática llevada a cabo por Israel en Gaza afectó también a los lugares donde estaban esos cuerpos y su recuperación podría demorar aún mucho tiempo, si es que pueden recuperarse. Cerca del 90 por ciento de las edificaciones de la Franja fueron dañadas por los dos años de cruzada de Netanyahu para aniquilar a Hamás.

Pero Hamás no fue aniquilado, como sí lo fueron los más de 67.200 gazatíes masacrados, Y podría haber otros 15.000 cuerpos más bajo las ruinas. La estrategia de exterminio aplicada por Netanyahu en Gaza tras la incursión terrorista de Hamás en Israel del 7 de octubre de 2023, en la que 1.200 israelíes fueron asesinados y 251 secuestrados, ha convertido la Franja en un inmenso cementerio.

Este cementerio precisa ahora ser reconstruido, no se sabe aún si para levantar hogares a los más de dos millones de gazatíes azotados por esta guerra o para la especulación inmobiliaria de Trump, su yerno Jared Kushner y los lobbies judíos que en EEUU han presionado para que la Casa Blanca siguiera apoyando a Israel pese al genocidio palestino.

Comienza la confusa segunda fase del plan de Trump para Gaza

Trump aprovechó este periplo por Israel y Egipto para anunciar que, tras la liberación de los rehenes, ya se podía decir que entraba en vigor la segunda fase de su plan de paz de 20vpuntos. En esta fase se prevé examinar la reconstrucción, así como la gobernanza de Gaza. De momento, la Administración de la entidad palestina quedará, según esa senda, en manos de una especie de protectorado supervisado por los propios EEUU. Es aquí donde aparecen más incertidumbres que podrían llevar a cualquier resultado, incluso que se cumpla el sueño de Trump de crear en Gaza una Riviera mediterránea sin que los gazatíes tengan mucho que decir al respecto.

Por eso, para limar la desconfianza hacia su plan de paz, Trump ha querido atraer a los países árabes vecinos de Israel, muchos de los cuales nunca apoyaron de manera fehaciente las reivindicaciones palestinas de un Estado propio, pero que ahora sí se sienten encandilados por los pingües beneficios que puedan derivarse de la reconstrucción del erial en que Netanyahu ha convertido la Franja.

La cumbre celebrada este lunes en Sharm el Seij pretendió aglutinar ese compromiso internacional para la recuperación de Gaza con una nutrida presencia árabe, pero también europea. Estuvo ausente Netanyahu, pese a la invitación del presidente egipcio, Abdelfatah el Sisi, y del propio Trump. Esa presencia habría supuesto, en cualquier caso, el colmo de la hipocresía: el verdugo causante de la destrucción de Gaza regodeándose de sus atrocidades y sus anfitriones ignorando la orden de detención emitida por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en Gaza.

Curiosamente, y en ese discurso ante el Parlamento israelí, a ratos poético (cuando dijo que «el sol sale sobre una Tierra Santa que finalmente está en paz»), a ratos vergonzoso, por sus almidonadas alabanzas a Netanyahu, Trump pidió «perdón» para el primer ministro israelí, dirigiéndose al presidente Isaac Kerzog. Un indulto no por el asesinato de decenas de miles de palestinos, sino por la corrupción política por la que está siendo juzgado.

Trump quiere la bendición musulmana a un protectorado gazatí

Los parabienes a Netanyahu se repitieron en la cumbre en Egipto, que, con la firma oficial del acuerdo de paz con los presidentes de Egipto, Catar y Turquía, ha servido para dar un espaldarazo a ese nuevo orden en Oriente Medio de Trump y de su compinche-yerno Kushner, uno de los negociadores en la sombra de todo lo que está ocurriendo estos días, con anteriores implicaciones en los llamados acuerdos de Abraham de países árabes con Tel Aviv e impulsor de aquel otro plan de su suegro para convertir Gaza en un resort turístico de lujo.

El nuevo orden de Oriente Medio bendice una Gaza bajo control israelí y estadounidense que nunca pueda tener la categoría de Estado, pese a las esperanzas que ofreció en un principio el plan de Trump, pues eso podría llevar a que los seis millones de palestinos de la diáspora quisieran volver a su hogar originario.

Trump quiso, así, teatralizar la firma de su acuerdo de paz en Egipto, país que, junto a Catar, EEUU y Turquía, intermedió entre israelíes y Hamás. A la ceremonia que tuvo lugar en el Palacio de Congresos de esa ciudad ribereña del Mar acudieron una treintena de líderes mundiales, entre ellos el primer ministro británico, Keir Starmer; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan; el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani; el primer ministro de Irak, Mohamed Shia al Sudani; el jefe de Gobierno de Pakistán, Shehbaz Sharif; el rey de Baréin, Hamad bin Isa Al Jalifa, así como representantes de Omán, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos (EAU), entre otros.

«Nunca antes había visto tanta felicidad», afirmó ufano Trump en Sharm el Sheij tras la curiosa firma de un acuerdo de paz que no contó con la presencia de sus contendientes.

China reclama un gobierno palestino para Gaza

Pero no todo han sido albricias para el show montado por Trump. Las otras superpotencias mundiales, China y Rusia, mostraron este lunes sus dudas ante lo que está sucediendo y ante el hecho manifiesto de que se esté obviando el robo a los palestinos de su derecho a gobernarse, en Gaza y en Cisjordania.

El portavoz del Ministerio chino de Exteriores, Lin Jian, aplaudió todos «los esfuerzos que conduzcan al restablecimiento de la paz y el alivio de la crisis humanitaria», pero subrayó que «la administración de posguerra en Gaza debe adherirse al principio de que sean los propios palestinos quienes gobiernen Palestina».

«Cualquier acuerdo sobre el futuro de Gaza debe respetar la voluntad del pueblo palestino y ser coherente con la solución de dos Estados», insistió Lin.

Rusia advierte a Trump de que Ucrania no es Gaza

Más crítico fue el Kremlin. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, denunció la «imprecisión» del plan de Trump, especialmente en lo que se refiere al futuro de Palestina. «Sólo se refiere a la Franja» y es necesario «determinar qué ocurrirá con Cisjordania», añadió Lavrov, quien remarcó que, de momento, las acciones de Occidente revelan que, «una vez más, quiere una Palestina bajo mandato» internacional.

La desconfianza del ministro ruso respondía a las baladronadas lanzadas por Trump a bordo del avión presidencial estadounidense camino de Israel, cuando mencionó que, tras «solucionar» la guerra de Gaza, le tocaba el turno a la de Ucrania. Trump sugirió en este sentido que el Pentágono podría proporcionar al ejército ucraniano misiles de largo alcance Tomahawk para presionar a Rusia.

Esos misiles pueden alcanzar Moscú, de ahí que tal posibilidad pueda ser considerada como una directa amenaza bélica a Rusia. Lo dijo este lunes sin ambages el expresidente ruso y subdirector del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev: «La entrega de esos misiles puede acabar mal para todos y, en primer lugar, para el propio Trump», indicó Medvédev en el canal Telegram, recordando que el manejo de los Tomahawk requeriría obligatoriamente la participación de militares estadounidenses.

Trump olvida que para detener la guerra en Gaza ha tenido que presionar a un aliado, Israel, que depende de EEUU militarmente. Rusia, en cambio y pese al acercamiento alentado por la Administración Trump, sigue sus propios pasos y no tiene ningún problema ni para evidenciar el fracaso pacificador del presidente estadounidense en Ucrania ni para criticar las lagunas que inundan el plan de paz en Gaza.

* Juan Antonio Sanz, periodista y analista para Público en temas internacionales. Es especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia Militar. Ha sido corresponsal de la Agencia EFE en Rusia, Japón, Corea del Sur y Uruguay, profesor universitario y cooperante en Bolivia, y analista periodístico en Cuba.

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