Alemania forma pilotos para excursiones en modernos zepelines

Por Aleksandra Bakmaz (dpa)

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Alemania forma pilotos para excursiones en modernos zepelines

Friedrichshafen (Alemania), 8 ago (dpa) – Para muchos, subir al cielo a bordo un zepelín, flotando bajo las nubes, es un sueño costoso pero que hace posible la compañía alemana DZR de Friedrichshafen, a orillas del lago de Constanza, que también se encarga de formar pilotos para sus globos dirigibles.

Viktor Schacht forma parte de un equipo de tres pilotos de aviones comerciales que se prepara en DZR para pilotar dirigibles en el aeropuerto de Essen/Mülheim, en el oeste del país.

A partir de mayo de 2024 se ofrecerán allí viajes para sobrevolar las ciudades de Düsseldorf, Bochum o Duisburgo, por ejemplo. La compañía DZR está haciendo construir un tercer dirigible especialmente para este fin.

Schacht, de 36 años, nació en la península rusa de Kamchatka, en el Pacífico, donde sus padres trabajaban como meteorólogos en el aeropuerto. «A los tres años ya pasaba mucho tiempo en el aeropuerto», cuenta el piloto. «Fue allí donde me infecté con el ‘virus de la aviación'», confiesa.

Tras finalizar su formación como piloto en 2007 en la antigua aerolínea alemana Air Berlin, transportó a miles de personas a sus destinos turísticos en aviones Airbus, volando a hasta 12.000 metros de altura. En el caso del zepelín, se eleva ahora apenas 300 metros con unos 14 pasajeros a bordo.

«Es divertido pilotar un zepelín», dice Schacht. Señala que, a altitud de crucero, es un poco como navegar en el mar. «Sé pilotar veleros y me resulta familiar», dice, agregando que se trata de una forma diferente de volar. «A veces parece que tuviésemos un poco de oleaje», comenta.

El piloto cuenta que, durante la pandemia de coronavirus, no voló durante casi dos años. «Eso me dio tiempo para reflexionar y reorientarme», señala, afirmando que encontró el camino hacia el zepelín a través de un anuncio de la empresa DZR.

Quien quiera convertirse en piloto de zepelín necesita conocimientos de vuelo. Los aspirantes deben tener una licencia europea de piloto comercial de avión o de helicóptero. Según DZR, el aspirante debe haber realizado al menos 450 horas de vuelo. Normalmente, un solo profesional pilota un zepelín.

Uno de los más experimentados de la empresa es Fritz Günther, piloto jefe y director de operaciones de vuelo. Pilota zepelines desde finales de los años noventa y aún le encanta su trabajo. Günther afirma que con un dirigible se está muy cerca de los fenómenos climáticos. «Esto de tener que lidiar con la tecnología, el clima, volar a mano y tener en cuenta lo que implican el helio y la física lo vuelven realmente emocionante», asegura.

La barquilla, en la que los pasajeros se sientan detrás del piloto, cuenta con grandes ventanas panorámicas. El viajero se siente como en un jet privado, salvo que no atraviesa las nubes sino que parece flotar con ellas.

Una excursión de dos horas en el coloso de 75 metros de largo y lleno de helio cuesta 1.060 euros (1.166 dólares) por persona. El viaje de 45 minutos sale 470 euros. «El elevado precio se debe al gasto relativamente alto para una flota relativamente pequeña», explica el subdirector gerente de DZR, Michael Schieschke.

El ejecutivo añade que la demanda de viajes aumenta constantemente. «Transportamos 25.000 pasajeros al año», comenta Schieschke. «Es una de esas cosas que se quieren hacer una vez en la vida», agrega.

Ferdinand von Zeppelin (1838-1917) fue quien ayudó a consolidar los viajes en dirigible. El pionero construyó el primer globo a orillas del lago de Constanza. La gran era de los viajes en dirigible para pasajeros comenzó con el «LZ1» en el verano europeo de 1900 y culminó con el accidente del «Hindenburg» en Estados Unidos en mayo de 1937.

«En aquella época, ningún avión podía volar tan lejos sin hacer escala como un zepelín», afirma Jürgen Bleibler, del Museo Zeppelin de Friedrichshafen.

Al margen de la autonomía, el tamaño y la estética de los dirigibles también los volvían fascinantes. «El zepelín era tan grande como un barco y flotaba en el cielo», observa Bleibler, explicando que era la alternativa más rápida al barco.

«Los zepelines posibilitaron los viajes intercontinentales rápidos entre Europa y América del Norte y Sudamérica», señala. Viajar a Estados Unidos llevaba entre dos y tres días, mientras que a bordo de los barcos más veloces se llegaba en entre cinco y seis días, dependiendo del puerto.

En el lago de Constanza, los zepelines de nueva tecnología (NT) ofrecen servicios con fines turísticos desde 2001. Estos dirigibles son más compactos y tienen una estructura interna diferente a la de sus predecesores. Ya no se llenan con hidrógeno combustible, sino con helio.

Son propulsados por tres motores, tienen una autonomía de unos 1.000 kilómetros y alcanzan una velocidad máxima de 125 kilómetros por hora.

Friedrichshafen es actualmente el único lugar del mundo en el que se puede hacer una excursión en zepelín, según Schieschke. De acuerdo con DZR, en todo el mundo hay menos de 20 pilotos de zepelín.

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