Jose Luis Orihuela, Universidad de Navarra
El escenario de las redes sociales ha vuelto a alterarse por la enésima mutación de Twitter y la promesa de nuevos aires que trae una red emergente: Bluesky.
Pero la cuestión más relevante que hay que plantearse hoy no es si hay que marcharse de Twitter o mudarse a Bluesky, sino reconocer que tras las sucesivas decepciones de las redes sociales comerciales ha llegado el momento de apostar de verdad por una web social abierta, más allá de las plataformas.
Nuevas migraciones
Cuando Elon Musk se hizo con el control de Twitter en octubre de 2022 provocó una desbandada de usuarios hacia Mastodon. En noviembre de 2024 el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y el papel de Musk y su red X en la campaña produjeron una nueva huida de usuarios, esta vez hacia Bluesky.
Mientras algunas organizaciones pregonan su abandono de X y otras se apresuran a instalarse en Bluesky, los usuarios sopesan los pros y contras de otra mudanza.
Como ocurrió en la anterior migración, los usuarios parecen haber buscado refugio en una plataforma que les devuelve una capacidad de control que habían perdido en las redes centralizadas.
Pero además de valorar las condiciones técnicas y la filosofía detrás de cada plataforma, los emigrantes digitales orientan su nuevo destino en función de las decisiones que van tomando sus comunidades de referencia.
El rival de Twitter
Frente a Twitter/X, Bluesky ofrece algoritmos descentralizados (feeds) gestionados por los propios usuarios; listas de moderación distribuidas (moderation lists) para el bloqueo de cuentas que violen las normas comunitarias, y etiquetadores (labelers) para facilitar la clasificación y el filtrado de contenidos.
Aunque Mastodon siga siendo la alternativa más radical frente a Twitter/X, por su carácter completamente descentralizado y su enfoque federal, los emigrantes en esta ocasión se están inclinando por Bluesky, menos descentralizada que Mastodon pero más configurable que Twitter/X, aunque de momento sin modelo de negocio definido.
Bluesky nació en 2019 como un proyecto interno de Twitter para explorar alternativas de redes sociales más abiertas, un empeño en el que trabajaba Mastodon desde 2016. Pero el equipo de Twitter buscaba un modelo de red en el que la experiencia de usuario no gravitara tanto sobre el servidor que gestionara su cuenta, sino que fuera completamente global.
En 2021 Bluesky se independizó de Twitter y se constituyó como una corporación de beneficio público (Public Benefit Corporation), con lo que se busca armonizar la finalidad lucrativa con un impacto social positivo. De momento, sin modelo de negocio, aunque es previsible que a corto plazo se incorporen las cuentas de pago y alguna modalidad publicitaria.
A la búsqueda del paraíso perdido
Aunque resulte paradójico en un panorama sembrado de revoluciones tecnológicas, tras cada migración de usuarios entre plataformas se detecta la aspiración colectiva de recuperar el ambiente y la experiencia que definieron la época inicial (más o menos idealizada) del canal que se abandona.
Este síndrome de retorno al paraíso perdido revela también el proceso gradual de descomposición que sufren los bienes digitales “sociales” que comienzan siendo gratuitos y ofreciendo prestaciones ideales para acabar convirtiéndose en ámbitos saturados de publicidad, algoritmos intrusivos y usuarios tóxicos.
Pruebas de resiliencia para redes sociales
La transformación de Twitter en X y su abierta utilización como palanca política por parte de su nuevo propietario no sólo ha generado migraciones a otras plataformas, sino que ha instalado en el actual debate en torno a las redes sociales la cuestión de hasta qué punto los nuevos canales que aspiran a reemplazar a los anteriores han sido o no diseñados a prueba de billonarios.
Otra cuestión no menos importante a valorar en esta época de migraciones es la facilidad que cada plataforma ofrezca a sus usuarios para que puedan mudar sus datos, contenidos y comunidades a otros canales. A estas alturas del partido, volver a comenzar de cero en una nueva red social se hace cada vez más inaceptable.
Hacia una web social abierta
Las funciones y los fallos, los aciertos y los errores de Twitter, X, Mastodon, Threads y Bluesky están revelando que la cuestión central no es a qué plataforma hay que irse, sino hasta qué punto se han asimilado las lecciones de esta historia para que no se vuelva a repetir de forma cíclica.
El cada vez más acelerado paso de la fascinación a la decepción en materia de redes sociales es una poderosa llamada de atención a la comunidad en línea para avanzar de una manera más decidida en la construcción de una auténtica web social abierta (Open Social Web) que permita a los usuarios gestionar su presencia y sus activos digitales con autonomía de las plataformas en entornos abiertos e interoperables.
Eso fue internet en su origen, y es el paraíso que vale la pena recuperar.
Jose Luis Orihuela, Profesor de Comunicación Multimedia y Estrategia Digital, Universidad de Navarra
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.