Raquel Chanto
Amanecí como hueca, vaciada por un resultado totalmente predecible y no por eso asimilable. Muchos se estarán sintiendo distinto, ya sea porque creen que Chaves traerá lo que el país necesita o porque les parece que castigar a Figueres era en sí lo que el país necesitaba. El voto es una herramienta sumamente imperfecta como mecanismo de expresión, porque colapsa todas las dimensiones de la experiencia ciudadana en una sola casilla. Por eso una democracia plena es siempre más que una democracia electoral. Quienes estudiamos política, corremos el riesgo de malinterpretar cuando intentamos reconstruir lo que el electorado quiso decir, en parte porque el electorado—así como una entidad—no existe, es apenas la sumatoria de toda nuestra diversidad.Análisis sobre el triunfo de Chaves abundan. Aunque hay interpretaciones bien coloridas, creo que al final más o menos convergemos en que el país está sumamente fragmentado y que vivir en distintas realidades, manifiestas en profundas distancias socioeconómicas y culturales, acaba por producir fracturas imposibles de conciliar en un mismo proyecto político. Coincidimos también en que la misoginia jugó un rol importante, aunque quizás discrepamos sobre cuán determinante. Para mí es imposible entender este resultado sin un componente de género, no porque la mayoría de gente sintiera que estaba emitiendo un voto que violentaba a las mujeres, sino porque no lo sintiera. Y eso frustra y duele.
De dedos acusadores está llena la conversación, así es que no me enfoco en lo que pasó, sino en lo que viene. Sí que veo un riesgo a nuestra institucionalidad democrática en los próximos años. Es un riesgo que se ha materializado en muchos otros países y que toma contornos cada vez más tenues. Rompimientos súbitos del orden democrático son ahora muy escasos, lo que vemos más y más son casos de erosión persistente de los cimientos. Por eso tenemos que emplear lentes de mayor resolución. No se trata de ver si Chaves intentará reformar la Constitución para perpetuarse en el poder, aunque eso obviamente sería desastroso. Se trata de ver cuántos dardos continúa lanzando al andamiaje democrático del país, porque al final del día no se puede sostener una democracia sin un mínimo de adhesión ciudadana a sus instituciones. El manual populista no es tanto mentir, como hacer creer que la verdad no existe. Aquello que decía Arendt de una sociedad que acaba creyendo que “todo es posible y nada es verdad”. Muchas de las declaraciones de Chaves son alarmantes porque pasan por hacernos creer que en realidad no podemos confiar en ningún aspecto del sistema político.
Consciente de que lo que no sé es casi todo y que tenemos una enorme tarea de prestar atención a quienes con este voto manifestaron demandas legítimas, creo que toca:
Fuente: FB