A propósito de los movimientos, sectores y grupos en Liberación Nacional

Federico Ruiz

Federico Ruiz W.

Quiero reaccionar al interesante artículo de opinión que publicó don Carlos Revilla en su columna del periódico digital «Cambio Político», sobre el problema de los movimientos y sectores dentro de Liberación Nacional.

Comparto prácticamente todos sus comentarios respecto a las falencias y deficiencias de los cuatro movimientos y tres sectores del Partido, que en la práctica existen nada más de nombre, con una estructura formal completamente intrascendente y cuya finalidad es la de elegir miembros a una asamblea superior del partido, para que luego los miembros se conviertan en fichas de algún precandidato. Hasta ahí, estoy de acuerdo.

Sin embargo, si bien don Carlos hace alguna referencia al Movimiento Femenino, está claro que el objeto de su crítica es hacia el Movimiento de la Juventud, o más que hacia este movimiento, hacia los grupos organizados de jóvenes liberacionistas, que de alguna forma suplen las carencias de la Juventud Liberacionista (entendida esta como la estructura formal del movimiento).

Me atrevo a ir más allá. Creo que la crítica de don Carlos es contra Fuerza Verde (aunque él no lo dice), por ser este un foro que por siete años ha logrado mantenerse, a pesar de los vaivenes de las campañas electorales, que ha logrado organizar a duras penas una formación constante de jóvenes (aunque a lo mejor insuficiente y ciertamente muy humilde), y que además se ha convertido en la puerta de entrada de muchos jóvenes al partido.

Existen muchos otros grupos de juventud organizados y es evidente que muchos de ellos son rivales. Lo que a don Carlos le parece mal, en cuanto a la fragmentación de la juventud, con sus luchas entre grupos, a mí me parece muy sano. Muchos grupos, procurando ser unos mejores que los otros, todos atrayendo sangre nueva al partido, no puede ser tan malo.

Es cierto que en algunos casos no hay «fair play» entre los grupos y que las cosas se elevan de tono, pero me aventuro a decir que son las menos. Cuando el partido necesita de estos grupos, todos sin rechistar, acuden de inmediato a trabajar en lo que puedan (y en lo que los dejan).

Don Carlos es un nostálgico que rememora los tiempos cuando la JL tenía asambleas de delegados y todo estaba de alguna forma centralizado, respondiendo de forma más o menos homogénea dentro de la estructura del partido.

Cuando yo ingresé a la Juventud, ya ese sistema había sido modificado, desde hacía años, con tres situaciones que a mí me parece dieron al traste con ese modelo, que generaron un grave daño al movimiento, y del que no se ha salido:

1. Realizar elecciones directas para los altos puestos de la Juventud, debilitando el proceso de generación de líderes desde las bases dentro del partido.

2. Pegar las elecciones de la juventud a las elecciones distritales, eliminando la identidad del movimiento por completo y supeditando la estructura de la JL a la voluntad de la dirigencia del partido.

3. Garantizar una diputación al Presidente de la JL, por el sólo hecho de ganar las elecciones del movimiento, convirtiendo las elecciones de Juventud en una lucha por una diputación, y no por el movimiento en sí. Dichosamente esto último se eliminó hace algunos años y yo reivindico haber votado para que así fuera.

Esto último fue tan grave y tan mortal para el movimiento, que fue la razón para que el TSE anulara las elecciones en 2002 y que la JL desapareciera formalmente durante un buen número de años.

Después de eso y de la doble derrota electoral de 2002, frente a la inexistencia absoluta de algo para aglomerar jóvenes, se creó Reverdecer. Iniciativa de Marco Aurelio Salazar Rojas, apoyada por un grupo importante de compañeros y que vio la luz en la famosa Asamblea del Nopal, con un documento elaborado por Patricia Rojas Morales, Juan Jose Cheng y quien escribe. Al poco tiempo, se formó otro grupo llamado Jovénes Socialdemócratas (JSD), con los que tuvimos siempre conflictos, pero que también aportaron lo suyo.

Reverdecer fue un grupo de acción política exitoso en todos los ámbitos en los que se participaba en juventud. Reverdecer ganó por última vez, las tres federaciones de estudiantes de las principales universidades del país. Ganó todas las estructuras creadas por la Ley General de la Persona Joven, a pesar de estar en oposición. Logró además ganar las estructuras dentro del Partido, primero con una Secretaría de Juventud pro témpore que se creó, y luego cuando se recuperó la formalidad del Movimiento, ganamos la Presidencia Nacional, la Vicepresidencia, el Directorio Político, y las provincias de San José y Alajuela. En lo que falló Reverdecer fue en lograr una formación estable y duradera, frente a un partido que no hizo mayor cosa en el tema (como sucede hasta el día de hoy).

La campaña del TLC con EEUU permitió el acercamiento de un número considerable de jóvenes al partido. Luego de esa campaña, unos 15 miembros nos reunimos para mantener viva la idea de atraer jóvenes y buscar una formación mínima. En esto tuvimos el apoyo del entonces Secretario General del Partido, don René Castro, quien nos «vendió» la idea de generar varias redes de jóvenes que actuaran de forma simultánea.

Tuve el honor de presidir Fuerza Verde sus primeros dos años y medio de vida. Durante ese tiempo, logramos acuerdos con el Instituto Rodrigo Facio, quien nos brindó toda la ayuda para desarrollar nuestra propuesta formativa. En esto fue fundamental el apoyo de don Francisco Antonio Pacheco, del equipo directivo del IRF de entonces, y de su asistente Daniel Calvo.

Con la llegada de un nuevo Comité Ejecutivo, esos apoyos desaparecieron (hasta el día de hoy). Tengo entendido que se constituyó un nuevo equipo directivo del IRF, el cual no ha hecho ningún planteamiento serio en cuanto a formación, ni ha puesto en práctica una actividad formativa sistemática. Tampoco se preocupó la estructura formal de la Juventud en hacer lo propio.

Por tanto, no es de extrañar que, frente al vacío existente, grupos como Fuerza Verde o Juventud Brumosa (por poner dos ejemplos de los muchos que hay), vengan a suplir lo que el partido abandonó. Tanto en lo formativo, como en la acción política.

A diferencia de don Carlos Revilla, yo no creo que esta nueva realidad sea cosa del diablo (dadas sus múltiples referencias al inframundo). Desconozco si es una evolución, involución, transformación o metamorfosis sobre lo que existió en la década de los 80. Lo que sí se, es que estos grupos de jóvenes están haciendo lo que en el fondo debe hacer un movimiento de juventud en un partido político:

1. Atraer jóvenes para que sean simpatizantes y militantes.
2. Formar a esos jóvenes.
3. Generar espacios para la acción política.
4. Comunicar y darse a conocer ante el partido y la opinión pública.
5. Lograr que se desarrollen líderes de relevo.

He dejado de creer en la formalidad, por la formalidad misma. Si el Movimiento de la Juventud es un cascarón vacío y lo que le funciona ahora al partido son este número de grupos, que actúan de forma heterogénea pero de forma eficaz, entonces esa debería ser la nueva formalidad.

Sin duda alguna falta mucho por hacer, y estos grupos (Fuerza Verde incluidos), no están ajenos a los errores y a las deficiencias propias de su naturaleza. Pero es muchísimo más lo que se hace, y además mejor, que pretender volver a un pasado que no se acomoda a la realidad.

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