Vía costarricense
Johnny Soto Zúñiga
Siempre cuando va terminando un ciclo de un año; por estos días de unión y meditación de lo que somos y representamos en este mundo; tratamos de enviar un mensaje de reflexiones de Fe. En primer lugar elevar nuestras oraciones al Altísimo; Dios El Eterno y Creador Universal que da vida a todos los seres humanos, la flora y fauna y en sí todo lo creado en este planeta Tierra y el Universo en su totalidad. En esta oportunidad nos referimos a la Cábala y sus secretos. Su naturaleza “es un conjunto de enseñanzas esotéricas del pueblo hebreo; un sistema cuyo estudio y práctica apuntan a lograr un acercamiento a la divinidad, así como la asimilación del proceso creativo que nace de ella y que sirve de modelo a toda creación. Se basa en la comprensión, clasificación y descripción de las energías divinas que operan tanto en el macro como en el microcosmos y ofrece al estudioso la capacidad de modificar no sólo su interior con el objeto de acercarse a la perfección, sino también el mundo material.” (Cábala. Boj Calvo, recopilador de los Textos)
Se dice que los textos cabalísticos y sus conceptos se basan en símbolos; y de ahí se parte más de lo intuitivo que lo propiamente racional y éste es posterior a la comprensión total. Cada letra del alfabeto hebreo tiene un valor numérico específico y esto es fundamental para poder descifrar los verdaderos secretos y elementos en que se basa la vida en este mundo. El ser humano siempre ha tenido curiosidades e inquietudes sobre todos los misterios de donde somos o provenimos y espiritualmente tener presente que existe un ente superior Creador Universal; no venimos de la nada; y deseamos se nos revele la verdad sobre estos misterios. Es precisamente el estudio de la Cábala que nos acerca a esta comprensión de las fuerzas y energías superiores y si tenemos apertura mental amplia nos ayuda en la misma.
La palabra qabbalah, en hebreo, significa para algunos “tradición”, sin embargo para otros es “recibir, comprender” y fue acuñada en la Edad Media. Se emplea para designar un sistema esotérico de doctrinas empleado en la interpretación de las Sagradas Escrituras y así acercarnos a Dios como Creador Supremo; incluso se dice que constituye la magia judía; ya que no se muestra a los ojos del profano. El texto más antiguo de la tradición judía es la Torá (El Pentateuco), que según enseña la tradición fue entregado al pueblo hebreo hacia el año 1313 a.C. Después existen otros textos escritos posteriores que venían siendo transmitidos por la tradición oral. Por ejemplo es el caso del Sefer Yetzirá o Libro de la Creación, atribuido al patriarca Abraham y es uno de los pilares centrales de la Cábala; el texto explica los 32 caminos de la sabiduría utilizados en el proceso de la creación.
Se dan las 10 luces divinas o sefirot, que actúan como canales creativos, en las 22 letras del alfabeto hebreo y en los 10 primeros números. Con estas letras y dígitos, es posible realizar las combinaciones y permutaciones que empleó Dios para crear el mundo con palabras. El árbol de la vida representa los 32 senderos y las 10 sefirot visibles. Es fundamental indicar que existen tres estados fundamentales: Espacio, Tiempo y Alma; reflejados en la forma, nombre y valor de cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo. El ser humano, por naturaleza, ha intentado explicarse el misterio de la Creación y dar respuesta a preguntas que surgen de lo más profundo de su ser: quién es, de dónde viene, qué es lo que le rodea.
Dirigiendo su vista al cielo ha quedado consternado ante su propia pequeñez frente a la magnífica Obra; interrogándose sin palabras ha intentado comprender cómo ha sido creado el extraño universo en el que habita y qué sentido tiene su existencia. Esta actitud inquisitiva ha dado origen a las cosmologías elaboradas por los diferentes pueblos a través de la historia, adjudicando a diferentes divinidades la existencia del cosmos, de la naturaleza y de sí mismo. En realidad para el ser humano se presentan muchas dificultades para comprender todos estos aspectos o temas de una manera objetiva y no solo quedarse en lo subjetivo. Para comprender a Dios como entidad que está más allá de nuestra comprensión, es un ser que elude la comprensión. Solamente podemos reconocer su existencia mediante la contemplación de su Obra, tomándolo como origen del universo.
Para la tradición judía, la Cábala es una expresión de su espíritu creador. Es la palabra divina, representa un regalo aceptado por la humanidad ante Dios. El deber de cada individuo es conservar esta relación con Dios, pero es el pueblo de Israel quien tiene esta responsabilidad específica. Dios se da a conocer ante Israel para que a su vez Israel lo dé a conocer al mundo. Este conocimiento de Dios se da en el amor. El objetivo del hombre de la Cábala no es alcanzar lo divino, sino acercarse a Dios cumpliendo con su voluntad. El cabalista no aspira a vivir la experiencia mística de encontrarse en el júbilo con su esencia, lo que hace más bien es comprometerse con Dios para la realización de su Tora.
El ser humano de la Cábala debe pretender no “vivir en Dios” sino más bien “vivir con Dios”, cumpliendo sus leyes. El sometimiento del hombre ante Dios al cumplir con su voluntad se convierte en motivo de júbilo para él. Dios no le pide lo mismo a todos los hombres, la carga de responsabilidad que le da a cada uno está en proporción a las fuerzas de cada persona. Dios ha concedido a los hombres muchas cualidades que le son propias como la inteligencia y la libertad, lo ha formado a su imagen y semejanza y ha creado lazos con él en base al conocimiento y al amor. La esencia de esta unión activa y comprensiva es el amor. El hombre se pliega a la voluntad divina por convencimiento. La devekut se hace realidad en la actividad humana. El encuentro con Dios tiene como escenario la Tierra. (Ver Los Secretos de la Cábala. Judith Ebrath)
Según la Cábala Dios está por encima de todas las cosas y es infinito y como tal se denomina Ein Sof. Es el espacio del universo que contiene el Todo, aunque el universo no es espacio. En este sentido es incompresible y desconocido para nuestra inteligencia. En el principio era la nada. El gran espacio que llenaba estaba invadido de luz resplandeciente. Dios con la potestad de crear, procedió a producir la masa del Universo. Para esto efectuó dos movimientos: Uno de contracción sobre el seno de su propia sustancia, produciendo así un gran vacío circular que quedó iluminado con una luz más tenue, y otro de expansión por el que la sustancia ensofica volvió a ocupar aquel espacio que había quedado vacío. Al ser Dios un ser perfecto y considerando que si se pusiera en contacto con el mundo de la creación quedaría profanado, pero teniendo el deseo y la intención de crear, pasó a hacerlo por medio de las diez inteligencias o sefiroth que de él emanan.
Finalmente, los cabalistas afirman que además de las Tablas de la Ley, Dios le entregó a Moisés otro tipo de conocimientos que se mantienen secretos en la tradición oral judía por lo peligroso que podría ser su manejo irresponsable por los seres humanos. La transmisión de estos conocimientos de manera oral sólo debe hacerse a las personas que se muestren realmente dignas de ello. Los cabalistas intentan descubrir a través de la interpretación de las Escrituras y de la reflexión sobre los sonidos y los nombres, la trama del Universo y el destino de los hombres. La creación del mundo no sería sino el descenso progresivo de lo divino a través de una serie de inteligencias puras, indisociables de lo divino, hasta concretarse en forma de materia. (Op.Cit. Pág.25)