Un templo «vestido» como Nuestra Señora de Guadalupe

Camilo Rodríguez Chaverri

Queretaro

Tres veces me ha permitido Dios estar en este templo único y muy especial. Está en las afueras de la ciudad de Querétaro, en México.

La primera vez lo vi de lejos. El guía que me acompañaba no podía devolverse en la autopista desde la cual reconocí, muy a lo lejos, este templo chispeante. Este templo es una verdadera fiesta para los ojos de un loco por las iglesias.

Me brincó el corazón cuando lo vi. Sentí que había algo especial en ese inmueble pizpireto, coqueto, multicolor. No me pregunten cómo sentí algo así, pero es algo que muchas veces siento con respecto a los templos. Diga usted que es una chochera mía. No importa.

Esperaba volver pronto a Querétaro y en esa segunda ocasión sí fuimos a ver el templo. Hay que caminar muchísimo, por una cuesta muy empinada. Está en un barrio urbano marginal.

La tercera vez fui con un grupo de costarricenses, que me hicieron el gran favor y el gran honor de acompañarme a conocer templos hermosos de México.

Este templo está a la orilla de un barranco. De hecho, si uno camina a la derecha del templo (a la derecha, viéndolo desde el frente), se asusta del precipicio que tiene en la pura nariz. Un paso en falso y va a dar uno al guindo.

Pero hasta la ubicación fue bien utilizada y hasta bien explotada. Le sacaron el jugo.

Pintada con un azul chillón y un anaranjado busca pleitos, llama la atención muchos kilómetros a la redonda.
Está en lo alto, en la esquina de la meseta, al lado del vacío.

Fuimos a hacer gestiones para ingresar, pues estaba cerrada. Después de hacer gestiones en varias calles del barrio, encontramos al encargado.

Nos atendió don José Antonio Mendoza Moreno, quien es el sacristán.

El templo fue construido hace veintincinco años. Era un templo común y corriente. Un templo sencillo, de un barrio pobre. Hasta que un cura revolucionario de las emociones propuso «vestir» al templo como Nuestra Señora de Guadalupe.

El pueblo le hizo caso. Por dicha. Ahora la Iglesia es única en su estilo. Tiene un lugar en cualquier colección de templos de México.

El techo está pintado como el manto de la Virgen. La fachada asemeja la túnica guadalupana. Hasta las estrellas pintaron. De noche, las estrellas se ven en un espejo en el techo de este templo.

Por dentro, es estrecho pero acogedor. Nunca había visto un complemento tan perfecto entre el crucifijo del altar mayor y el vitral de los lados, donde aparece Nuestra Señora de Guadalupe.

Es precioso este templo. Es la gran joya escondida de Querétaro, México.

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