Por Bryan Acuña Obando
En la actualidad tenemos un fuerte problema de liderazgos, parece un mantra que nos repetimos cada cercanía con los procesos electorales. Pero tal parece que nada ha cambiado para poder argumentar otro aspecto. Tal parece que quienes desean ostentar el poder en la actualidad, no lo hacen con la intención de que esto genere un beneficio colectivo sino más bien embriagarse con los bacanales del placer político.
Como diría el prominente Rabino del Siglo XX Abraham Joshua Heschel “Hemos sufrido a menudo la degradación por la pobreza, nos amenaza ahora la degradación por el poder.”
Y qué tan ciertas son estas palabras cuando vemos políticos saltar de un puesto a otro solamente para continuar aplicando la misma medicina a todos los males de nuestro país. Comienzan siendo asesores, pasan a ser viceministros o ministros, luego diputados, presidentes ejecutivos y siguen girando cual “tiovivo” fuera la política nacional que los divierte y marea a los que los vemos atentos desde afuera.
No han comprendido que el pecado de la gula del poder, lo paga la sociedad en pleno. Que con sus actos castigan a la democracia, ya que el nivel de hartazgo ante políticos de mala monta puede llevar a que las sociedades escojan finalmente a un dictador que se esconde entre las masas como si se tratara de un “indignado más”, y se convertiría pues la cura más radical y dañina que la enfermedad, porque qué contraproducente es para una sociedad cuando desde todos los frentes civiles existentes no se siguen creando líderes que conformen un complejo pero rico esquema de pesos y contrapesos que nos ayude como sociedad a cambiar el turbio panorama actual.
Pero que no se crean estos políticos que para ellos no hay un castigo por sus actos contra la noble democracia, la gula en las líneas del infierno de Dante se merecen el tercer nivel de los castigos del infierno, uno en donde la lluvia y granizo; en este caso de la desazón política, los llevará a vivir atormentados por los ladridos de una masa furibunda cual Cerbero el perro del Hades, que los destrozará y desaparecerá políticamente.
Tenemos un problema en la formación de liderazgos, pero también un gran reto de lograr cortarle el acceso a aquellos que se engullen de poder y mancillan el valor supremo de nuestro sistema democrático.
Consultor internacional