Luis Diego Vargas Ch.
Entre 2006 y 2008 en la segunda Administración Arias – fungí como Secretario Técnico del concesión de obra pública con rango de viceministro- y en el 2007 gracias a la tozudez y claridad del Presidente Arias me correspondió, luego de intensas negociaciones y análisis hacer algo que hasta hoy me alegra haber hecho y me hace mantener inalterado mi respeto por don Oscar. Dí la orden de inicio para la concesión de la vía San José – Caldera. No me correspondió ejecutar la obra por diferencias con la Ministra y la Contralora General de la República, pero la obra llegó a hacerse en tiempo récord y no sin defectos marginales; pero se hizo.
Luego vino la campaña de desinformación bien dirigida por algunos medios en contubernio con grupos políticos interesados en impulsar sus carreras haciendo desaparecer cualquier acierto de los adversarios. Hizo bien don Oscar en ignorarlos. Ahí tenemos una carretera, limitada ciertamente, pero providencial si imaginamos lo que sería nuestra vida sin ella y todos haciendo fila en el Aguacate para ver el mar, si se hubiera decido posponer una vez más la construcción para iniciar la contratación de nuevos diseños.
Campaña electoral de nuevo en el 2012 y Alvarez Desanti resurge como hijo pródigo a disputar la candidatura presidencial del PLN a Jhonny Araya y a Rodrigo Arias y al mejor estilo de la vieja política, Alvarez se montó en aquella maquinaria de desinformación sobre la concesión de la ruta 27.
Aun circulaba la leyenda urbana de que todo aquello se trataba de un negocio redondo del concesionario y quién sabe cuántos dólares en las bolsas de quienes habíamos promovido la concesión. Entre los más ingratos estaban los vecinos de Ciudad Colón quienes pretendían ser «free riders» de una obra que ya los había hecho ganar mucho por la plusvalía de sus propiedades desde el primer día de la Prospero Fernández. Entonces Alvarez que andaba en cacería de votos puso en su Facebook un par de tonterías diciendo que todo aquello era un negocio oscuro y origen de una gran injusticia contra los vecinos de Santa Ana y Ciudad Colón quienes debían pagar peajes, según él, abusivos. Me tomé la molestia de responderle y hacerle ver su ignorancia y la falta de sustento de su opinión. Nunca respondió y lo siguiente que me di cuénta fue que estaba bloqueado de su muro y cancelada nuestra condición, no digamos de amigos, pero al menos de contacto mutuo en Facebook.
A don Oscar se le puede haber olvidado; a mí no. Tan presente estuvo para mí el hecho que cuando vi que Araya designaba a Desanti a dedo candidato a diputado, por alguna razón que no conozco pero si imagino, supe que el PLN no era más el partido por el que podría votar.
Don Oscar se equivocó. No tendría que haber tomado partido en la recién concluida convención liberacionista. Yo me retorcí de enojo cuando vi que sin sonrojo Desanti en su campaña De televisión celebraba la conclusión en manos de Arias de la concesión San José- Caldera y pretendía así construir una imagen de realizador de obras públicas bajo el alero de don Oscar; sí, enalteciendo la misma obra que había » basureado» o la ligera tan solo unos pocos años atrás.
Oportunismo político repugnante y lleno de incongruencia. Eso es todo lo que realmente sucede ahora en torno a Desanti, cálculo, mucho cálculo. Mismo motor que le sirve para ahora rasgar sus vestiduras a favor de la ampliación de la ruta a Caldera. y, ahora sí, sin ver yerro alguno.
Sí, que las autoridades del Consejo Nacional de Concesiones hagan la tarea pendiente., el tiempo de las excusas expiró.
Sí, que los liberacionistas pidan su ampliación, pues no se puede negar que esa obra tiene sello verdiblanco y que tienen legitimidad moral para a buscar la definitiva conclusión de la obra inaugurada por Arias. Pero eso nunca debió suceder en vos de uno de sus detractores del reciente pasado, pretendiendo que se olviden sus opiniones ligeras e interesadas.
Alvarez, por más que ahora los lideré, debió, a pesar de lo atractivo de ofrecer un discurso de ejecutivo bienhechor, mostrar la seriedad de al menos no aparecer exigiendo lo que contribuyó a entorpecer con mala leche. El padrino cálculo acá debería ceder espacio a la señora congruencia.