La socialdemocracia posible

Por Guido Mora Mora

Guido Mora

Silenciosa, pero efectivamente, Marcelo Rebelo de Sousa, el Presidente de Portugal, está demostrando a los políticos del mundo que, desde la socialdemocracia, se pueden formular opciones para combatir el caos político y económico causado por el neoliberalismo, corriente económica que ha empobrecido y polarizado la sociedad mundial.

Contrario a lo que nos quieren vender los representantes de los más acaudalados de la sociedad, respaldados por los medios de comunicación escrita y televisiva, quienes identifican al neoliberalismo como la única opción para superar la crisis económica, Rebelo de Sousa ha mostrado en Europa, a dos años de haber asumido la Presidencia, que se puede generar crecimiento económico, equidad e inversión social, sin violentar o constreñir, los derechos de los trabajadores y de los más pobres de la sociedad. Que, contrario a lo que otros predican, la socialdemocracia sí ofrece alternativas para alcanzar el crecimiento económico sin exclusión.

Rebelo de Sousa, combatiendo las medidas neoliberales impuestas por algunos organismos comunitarios, para la economía y el Gobierno de Portugal, incrementó el salario de los trabajadores del sector público, redujo la semana laboral a 35 horas, excepto en el sector salud y puso fin a años de políticas austeras, que recaían sobre todo en los hombros de los trabajadores.

Un crecimiento sostenido del PIB de 1,4%, en una economía con una de las crisis más profundas de Europa, muestra la efectividad de las medidas socialdemócratas, como instrumento para enfrentar y superar, lenta pero paulatinamente, la profunda crisis económica que por años, ha sufrido este país.

Con un liderazgo incuestionado y una firme convicción en luchar contra la corrupción, el clientelismo y el nepotismo, Marcelo Rebelo de Sousa, desde su posición política, -que para algunos abanderados del neoliberalismo está superada y es parte de la prehistoria-, está demostrando que se puede salir de la crisis económica y política, defendiendo los salarios de los que menos tienen y no impulsando la flexibilidad social, defendiendo la inversión social y no recortando los programas que benefician a los más pobres; luchando contra la evasión, la elusión y la mora en el pago de impuestos y no favoreciendo los intereses de los millonarios, que sólo se preocupan por concentrar la riqueza, favoreciendo sus intereses particulares o la de grupos que representan en el ejercicio del poder.

Al igual que en Portugal, estoy convencido de que las fórmulas socialdemócratas son aplicables y válidas en Costa Rica. Que la socialdemocracia puede sacar al país del estancamiento y la crisis en que nos han sumido quienes creen firmemente en la teoría del derrame; de quienes han impulsado la polarización y la concentración de la riqueza, fenómeno a que han condenado a los costarricenses los últimos 20 años; para librarnos de quienes sólo se preocupan por incrementar la producción, sin que les importe la otra parte de la ecuación de esta Costa Rica equitativa y solidaria: la distribución de la riqueza.

Los habitantes de Costa Rica, al igual que sucede en otras sociedades, estamos cansados de que sean las élites económicas las que nos gobiernen, procurando únicamente su propios intereses, so pretexto que, vía derrame, los beneficios del capitalismo lleguen a los sectores más desposeídos de la sociedad. Como resultado de esta realidad, se percibe cierta inclinación a apoyar soluciones populistas, que sólo agravarían los problemas que enfrentamos como sociedad.

Esta realidad, lamentablemente no es ajena al Partido Liberación Nacional. Tendencias con presupuestos millonarios, procuran comprar la conciencia y los votos de los costarricenses, vendiendo cómo única alternativa, las superadas y agotadas fórmulas neoliberales, como tabla salvadora y rescate de la economía costarricense.

Liberación Nacional, como partido socialdemócrata, ha renunciado a la posibilidad de explorar alternativas políticas, orientadas a conformar un nuevo pacto político, convocando e involucrando sectores que, en otro momento fueron sus aliados.

Contrario a eso, en grupos de discusión, chats y blogs en que se discute sobre la permanencia y sobrevivencia de esta agrupación política, se tiende a satanizar y etiquetar como añejas y superadas las propuestas socialdemócratas, apelando a la tercera vía o el pragmatismo político, que no es más que la justificación de la infiltración de neoliberales y la toma del control, por parte de los conservadores, de los partidos de socialdemócratas.

Estoy convencido de que la socialdemocracia tiene la capacidad de construir las propuestas, que permitirán a Costa Rica salir de la crisis y superar el problema económico que enfrentamos como sociedad. Para eso, es indispensable comenzar por disminuir las tensiones sociales y reducir la radicalización política, a nivel vertical y horizontal, provocada por la aplicación de modelos económicos que sólo polarizan la sociedad.

Este nuevo pacto político que debemos invocar, pasa por devolverle la dignidad a todos los costarricenses, pero sobre todo a los que menos tienen.

Pasa por convocar a los trabajadores del sector público y el sector privado: a los agricultores, a los operarios, a los productores y a los industriales. Por exigir de cada uno de ellos, una participación dinámica como protagonistas, agentes activos del proceso de transformación política, económica y social que requiere Costa Rica, en que cada uno asuma un compromiso particular orientado a la generación de la riqueza.

En este proceso, debemos exigir del sector privado la ejecución de procesos productivos eficientes y eficaces; reinvirtiendo el dinero en el proceso productivo para generar fuentes de trabajo; pagando los salarios mínimos que estipula la Ley y cubriendo oportunamente las responsabilidades sociales y tributarias establecidas por el Gobierno.

El Estado, por su parte, debe convertirse en un actor fuerte y eficiente, capaz de desempeñar oportuna y eficazmente el papel de árbitro y regulador de las relaciones políticas, económicas y sociales.

Tiene que transformar su acción cotidiana para cobrar eficientemente los tributos, invertirlos con probidad, evaluar continuamente los programas sociales y económicos, para transformarlos en actividades eficientes y efectivas, sin duplicidades, sin desperdicios, pero también sin corrupción.

Esta es uno de los aspectos fundamentales de esta propuesta.

La corrupción y la falta de transparencia, han hecho que los costarricenses perdamos la fe en la administración pública. Perdemos de vista, por otra parte, que en la propagación de la corrupción participan miles de costarricenses y empresas del sector privado, que conspiran con malos funcionarios públicos, para desaparecer expedientes en juzgados, para promover la evasión, la elusión o la mora en el pago de sus tributos. Actores del sector privado que atentan contra los más pobres, que requieren de esos recursos y de la ejecución de las políticas que financian, para atenuar y atender su condición de pobreza.

Acciones inescrupulosas, en que participan en complicidad funcionarios públicos y actores del sector privado, en que encarecen procesos y atentan contra miles de costarricenses, que requieren del pago e ingreso de esos recursos al Estado, para ejecutar obras de infraestructura, acciones para el mantenimiento y mejoramiento de la educación, de la seguridad ciudadana, de la salud, de las calles y caminos por los que todos los días, los productores costarricenses y los habitantes de este país, debemos transitar, para llegar al trabajo o sacar nuestros productos a los mercados nacionales e internacionales.

Liberación Nacional debe abandonar la pereza intelectual, la modorra política, el letargo ideológico y realizar un esfuerzo serio que conduzca, lejos de importar modelos fracasados e insensibles, a construir propuestas políticas socialdemócratas, orientadas a fortalecer la equidad y la solidaridad que caracteriza históricamente a la sociedad costarricense.

Los verdaderos socialdemócratas, que aun somos mayoría dentro de Liberación Nacional, estamos en la obligación de realizar un esfuerzo y devolver a sus madrigueras, a los representantes de grupos conservadores, infiltrados en el partido, que sólo lo utilizan para defender sus intereses clasistas y que, ante el silencio cómplice de la mayoría, hoy ocupan puestos de elección y dirección en la estructura partidista, aunque todos los reconocemos como enemigos de las propuestas políticas progresistas.

Este es, desde mi perspectiva, el gran reto de Liberación Nacional, el gran reto para luchar, por una socialdemocracia posible.

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