Desde la Mina
Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro@costarricense.cr
En mi casa en La Mina, en Santa Ana, le he estado poniendo atención al tema Uber-taxis, por una razón muy sencilla: necesidad de moverse. La Mina no tiene facilidades de transporte público buenas, llega un bus cada hora que va a Santa Ana y de ahí hay que tomar otro para San José, y de la última parada a la casa son 800 mt, pero se pasa de los 850 a los 1150 mt sobre el nivel del mar, o sea es un trepón de 300 mt en un tramo muy corto, hay pendientes mayores al 12%.
“Los piratas” han sido la solución para salir y en algunas oportunidades para entrar. Los piratas son nuestra gente de confianza, los conocemos por nombres o por apodos, y ellos nos conocen también. Precios adecuados y horarios negociados a la conveniencia de ambos. Conforme la vida se complica los piratas no son siempre la solución por motivos de manejo del tiempo….”tu sabes” (como dicen los regetoneros) y entonces se tiene que tomar taxis rojos…que guste o no, sea una generalización injusta o hasta injustísima, tienen un comportamiento no aceptable, para no decir más barbaridades.
Una de las últimas veces que tomé un taxi rojo, el conductor/chofer o dueño (nunca lo supe) vino peleando todo el camino con quien se le puso en frente, además de pinta, pachuco y malcriado, tanto así que decidí no seguir hasta La Mina, sino que me bajé en Santa Ana centro y le pedí a un pirata de nuestra confianza familiar que me fuera a rescatar. El taxi lo había tomado en el centro de San José, para ser exacto en la puerta norte del Banco Nacional. Del centro de San José al Centro de Santa Ana, el fulano insultó a todo el que se le ponía en frente.
El bloqueo de calles del 9 de agosto pasado realmente me molestó, no sufrí ningún inconveniente y no tuve problema alguno, debería decir: no tuvimos, lo habíamos planeado, algunos se quedaron en casa, y los otros evitaron estar en las áreas en que los bloqueos tuvieron influencia. Ese día marcó un punto de inflexión para mí: los taxistas pasaron mi límite de tolerancia, cuando vi que le habían quebrado los dientes a un policía y además se burlaban como si hubiese sido una gracia, me colmaron y me prometí no volver a tomar un taxi rojo por lo que restaba del mes de agosto, y lo he mantenido.
Sé que el Gobierno ha sido flojo, como en otras cosas. La ley le faculta para cancelar la concesión al que no haya brindado servicio ese día. Como no tomó medidas, la opción que queda es tomarla uno, una especie de desobediencia civil…no volveré a tomar taxis rojos, me la jugaré con los piratas, con los naranja del aeropuerto y quizás con Uber.
Pienso que si vivimos en una sociedad de mercado en la que el cliente siempre tiene la razón tiene que aplicar también para los taxis. Me pregunto si también tendrá que aplicar para otros servicios, por ejemplo la telefonía celular, hoy por hoy sigo fiel a Kölbi, sigo fiel al ICE, pero al igual que mucha gente que conozco, estoy a punto que me suceda lo mismo que los taxis rojos…
Por ahora: no más taxis rojos.