Desde mi perspectiva
José Francisco Bolaños Arquín
En estos días, los medios de comunicación mostraron a unos 125.000 ciudadanos venezolanos cruzando la frontera colombiana para lo cual habilitaron dos fines de semana. Esta apertura se dio después de casi un año en que este puesto fronterizo se mantuvo cerrado por decisión del Gobierno de Venezuela. Sin embargo, el Gobierno de Colombia tomó la decisión de permitir a partir de ahora el ingreso a su territorio, solamente a los que realicen los trámites respectivos y con su pasaporte al día.
El propósito de estos visitantes, no fue con fines turísticos, sino más bien para comprar alimentos básicos que son cada vez más difíciles de conseguir en su país como: arroz, azúcar, aceite, leche; medicinas como aspirinas, productos de higiene personal como: papel higiénico, pasta de dientes y jabón, entre otros.
Venezuela cuenta con una de las mayores reservas petroleras en el mundo, su riqueza se calcula en unos 300.000 millones de barriles, principalmente de crudo pesado y semipesado, cuyo precio se cotiza en la actualidad en unos $35 el barril de petróleo.
Los bajos precios del barril, en una economía que ha basado su desarrollo principalmente en esta actividad, los ingresos no le alcanzan para hacerle frente a las necesidades que el país demanda y a la deuda externa que en este 2016 deberá pagar en amortización e intereses $7.500 millones de dólares y para el próximo año más de $10.000 millones del dólares por deuda asumida con China.
La deuda externa de Venezuela en el 2014 era de $249.523 millones de dólares y por concepto de expropiaciones y nacionalizaciones no canceladas fue de $11.359 millones de dólares y que en la actualidad debe ser muy superior.
El déficit fiscal en 2015 fue del 19.6 del PIB, la inflación acumulada de enero a abril de 2016 se ubicó en 86.4% y la inflación anualizada de mayo 2015 a abril 2016, alcanzó el 397,4%. Según datos del FMI, la inflación de este año rondará el 500%, el PIB caerá en un 8% y la pobreza se calcula en alrededor al 70%.
Situación que se complica, máxime si le agregamos un precio del petróleo que tiende a la baja, un dólar que se está apreciando y ante alzas de las tasas de interés en los Estados Unidos, el futuro se torna incierto.
El parque empresarial se ha debilitado en un 45% ante una disminución en el poder de compra de los ciudadanos, escasez de materias primas, cortes periódicos de luz, agua y la imposibilidad de conseguir un préstamo bancario, aparte de la inseguridad reinante de endeudar su negocio.
En la actualidad Venezuela es considerada el segundo país más violento del mundo con una tasa de homicidios de 53.7 por cada 100.000 habitantes, según un informe elaborado por la Oficina de la Organización de las Naciones Unidad contra la Droga y el Delito. En 2014 se registraron 24.980 muertes violentas y para el 2015 aumentó a 27.875. Ante un claro aumento de la inseguridad, se ha puesto de moda la ola de secuestros express, como uno de los delitos más comunes e impunes, donde las bandas piden dólares o euros por los rescates y en algunos casos algunos casos los montos son muy bajos.
Ante este panorama, la situación venezolana es extremadamente complicada y de no fácil solución, si se sigue con la confrontación interna, los problemas continuarán aumentado con graves e incalculables consecuencias.
Se requiere de un verdadero diálogo entre el Gobierno y la oposición, un pacto nacional en donde se tomen medidas que reviertan un complicado proceso de deterioro desde el punto de vista económico político y social que se ha venido acumulando en los últimos años.
– Administrador de Negocios