Candidatura de Costa Rica a la ONU, ¿sabe de verdad el Gobierno en qué se está metiendo?

Aramis K. Vidaurre

Aramis K. Vidaurre

Este 7 de julio posiblemente pasará a la historia en los anales de la política costarricense como el día en que un Gobierno de Costa Rica apuntó a lo más alto de la política mundial: postular a un costarricense a la Secretaría de la Organización de las Naciones Unidas. Como Tico sería un orgullo ser parte de una generación que podría ser testigo de una designación de tal magnitud; aunque todavía, horas después del anuncio oficial del Gobierno no se conoce de las posibilidades reales de la economista Christiana Figueres, me pregunto si este Gobierno y nosotros como país sabemos en qué nos estamos metiendo o en que nos están metiendo.

Si bien es la primera vez que un Gobierno promueve seriamente una postulación de esta envergadura, las consideraciones sobre lo que esto implica no debe tomarse a la ligera. En el contexto actual en que se encuentra la geopolítica mundial, las alianzas, los intereses de los países más poderosos del mundo, creo tajantemente y como costarricense que buscar el apoyo global hacia la señora Figueres va más allá de ir con el currículo de país sin ejército en un maletín, o de país de paz escrito en un papel debajo del brazo, o con un traje que lleve la etiqueta de “Esencial Costa Rica” y con una gorra con la leyenda “Pura Vida”.

No discuto si la señora Figueres tenga las calidades (cualesquiera que esas sean) para ser nominada, si tiene capacidades de líder, de trabajar en equipo, de tomar decisiones y de ser una digna representante de nuestro país. Pero ¿será todo esto suficiente para ser Secretaria de la ONU? Quizás el hecho de que nuestro país se haya mantenido al margen de los conflictos bélicos en el área y de haber renunciado a tener ejército, que otrora fueron nuestras mayores cartas ante el mundo, hoy sean nuestras mayores debilidades ante algunos o muchos países. No digo que lo sean, sólo traigo a reflexión nuevamente si el Gobierno Solís Rivera sabe en lo que se está metiendo.

Y es que hay que ser realistas: ¿qué ideal de país va a representar la señora Figueres a la hora de buscar los votos de los países miembros de la Asamblea General o con mayor fuerza de los que conforman el Consejo de Seguridad?, ¿será el ideal de país defensor de los Derechos Humanos?, cuando más bien el país ha mostrado rezagos en esa materia, ¿u olvidamos el enfrentamiento casi directo entre la Sala Constitucional y la Corte Interamericana de los Derechos Humanos por el tema de la fertilización in vitro?; ¿país líder en política exterior? Estamos fuera del SICA, con razón o sin razón, el hecho es que no sabemos cómo va a recibir el Istmo la candidatura. Por otro lado, el Gobierno ha manejado con paños tibios el caso de Venezuela; en octubre de 2014 perdió su asiento (bajo la vía de la reelección) en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU; seis meses después tuvo que retirar la postulación para la secretaria general de la Conferencia de Ministros de Justicia de los Países Iberoamericanos de quien en ese momento ejercía como ministra de Justicia, por falta de apoyo; ¿país líder en el manejo de una agenda que busque el realce o una mayor protagonismo de las mujeres en temas estratégicos de desarrollo humano?, área en que el actual Secretario General ha sido defensor. No creo, más bien, en la Asamblea Legislativa, primer Poder de la República, la mayoría de diputadas han denunciado la falta de espacios de incidencia y de participación.

No olvidemos en temas de política exterior y relacionado con nombramientos de embajadores, los desaciertos y vergüenzas que ha pasado el país en los últimos dos años por ciertos casos de diplomáticos.

Nuevamente, no es suficiente considerarse la Suiza Centroamericana o traer a colación el papel de la Sele en el Mundial de Brasil o tener el apoyo de un Tico distinguido como Franklin Chang para ir a pedir el apoyo mundial. Y ni qué decir que el presupuesto moderado o discreto, como lo mencionó la señora Figueres en el Teatro Nacional, va a ser suficiente. La postulación no va a ser ni moderada ni discreta, estoy seguro que va a ir más allá de galletas y café o pagos de asientos en aviones en clase económica.

Y hay que tenerlo claro: una vez elegido, el Secretario de la ONU no responde al país de origen, más bien, parte de sus funciones responden a lo que le dicte el Consejo de Seguridad.

¿Tiene claro todo esto y más el Gobierno para haberse comprometido con la señora Figueres y ante el mundo? Espero que sí, no sea que en unos meses o antes se anuncie el retiro de la nominación porque Costa Rica se dio cuenta que hoy, no es suficiente ser pura vida, mae….

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Profesor universitario; colaborador programa “En la Esquina del Parque”, R. Libertad 570 AM

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