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Efrén Arauz C.
Sobre este tema hemos escrito en varias ocasiones, no obstante, ante situaciones internas y externas actuales, nos obligan a replantear el tema.
La base de la democracia radica en la existencia de un verdadero sistema de Partidos Políticos, permanentes, de estudio, con capacitación y formación de líderes, programáticos, que planteen soluciones concretas a problemas específicos y sobre todo democráticos que permitan el ascenso de nuevas generaciones al poder, más mujeres, sin discriminar la experiencia.
Sin embargo, tanto en Costa Rica como en algunos países de Centro y Sur América, pareciera que vamos de mal en peor. Aquí, los liderazgos son individuales, los mismos de siempre, si no están en el gobierno están en campaña, es un modus vivendi, se aparta a los capaces, a los experimentados, a los jóvenes y a las mujeres se les utiliza y muchos de ellos se rodean de la mediocridad y tontos útiles. Solo los grandes gobernantes se rodearon de los mejores. No hay organizaciones permanentes, de estudio, de formación de cuadros individuales y colectivos, la democracia interna sigue siendo una ilusión, los círculos internos son la regla y no hay visión, programas, metas y soluciones concretas a problemas específicos, el resultado es el mismo como el que soportamos hoy día, esto, hay que reversarlo, de lo contrario terminaremos como Venezuela, Brasil y otros países suramericanos que hoy viven las consecuencias de la inexistencia de un verdadero sistema de partidos políticos con el grave daño para los pueblos, la economía y el sistema en general.
La mal llamada derecha y la mal llamada izquierda no existen hoy día, la similitud es que ambos sistemas explotan al ser humano y la diferencia es que una lo hace a través de la empresa privada y las grandes corporaciones y la izquierda explota a través del Estado.
La democracia es el gobierno de todos, mayorías y minorías, el fin último es el mejoramiento social, económico y cultural de todos, urgen gobiernos de consenso, de convergencia, de dialogo, de integración, el gran líder “weberiano” de mitad de siglo XX es cosa del pasado, la sociología contemporánea apela a los liderazgos colectivos, los problemas nacionales son muy complejos e intervienen variables incluso externas que están fuera del alcance de una sola persona. La democracia exige ser más justa, más integral, más participativa, pero sobre todo, más eficiente, debe al menos disminuir los niveles de desempleo y pobreza y satisfacer con programas sociales lo básico, debe producir más y distribuir mejor. Se nutre de la gobernabilidad política, fundamentada en el sistema de Partidos Políticos, en la gobernabilidad jurídica el cual incluye una modernización de los ordenamientos jurídicos públicos abarcando la Constitución Política, y finanzas sanas -gobernabilidad presupuestaria-, solo de esta forma la democracia deja de ser un ideal humano y pasa a ser una realidad política, una real-gobernanza, estamos urgidos de una transformación estructural con liderazgos morales, si se quiere, se puede, aun estamos a tiempo.
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