Ley contra el maltrato y crueldad animal: estrategia del miedo

Que no nos engañen otra vez

Hiryna Piedra

Hiryna Piedra Ramírez

Hace algunos años, cierto grupo político organizó una campaña del miedo para que lograra aprobarse un tratado de libre comercio, incluso se filtró a la prensa un documento que todos conocimos como el Memorandum del miedo donde se describía punto por punto la estrategia a seguir para lograr el SI al TLC.

En ese documento se proponía “Estructurar y lanzar una campaña masiva en medios de comunicación” y dirigir esa campaña en dos direcciones; una de ellas era: “Estimular el miedo: a perder el empleo, ataque a las instituciones democráticas, y a generar una situación de ingobernabilidad en el país”

Para nadie es un secreto que el TLC se aprobó y sin embargo, las promesas de prosperidad, empleo, inversión, crecimiento del PIB, menos pobreza y reducción de las desigualdades sociales, no se han cumplido. A mucha gente le ganó el miedo y votó SI al TLC, creyendo en esas promesas que hoy; varios años después, no se han cumplido, incluso algunas situaciones han empeorado: hemos visto reducidas muchas fuentes de trabajo, hay más pobreza, más desigualdad social y la vida cada vez es más cara. Nos mintieron descaradamente y caímos en la trampa.

Lo mismo está ocurriendo actualmente con la ley contra el maltrato y la crueldad animal. Nos mienten al decirnos que de aprobarse la ley: no se podrá comer carne, va a dejar a miles de costarricenses sin trabajo, subirán de precio o incluso se prohibirá la producción alimentos de origen animal, meterán a la cárcel a quien aplaste una cucaracha o le eche sal a una babosa, no podrán usarse animales para producción agrícola, no se podrán realizar los toros a la tica, topes etc.

Todo esto es falso. El proyecto de ley es claro y preciso al indicar que se exceptúan las actividades pesqueras, acuícolas, agropecuarias, zootécnicas, ganaderas y veterinarias que ya están reguladas, las que se realicen con el propósito de resguardar la Salud Pública y la Salud Pública Veterinaria (como lo es el control de plagas casero al que nos obliga la Ley General de Salud) o resguardar los cultivos y terrenos productivos, así como los espectáculos públicos o privados con animales que estén debidamente autorizados.

También nos quieren vender la idea de que las peleas de gallos son una tradición, que los gallos no sienten dolor porque pelear es su naturaleza, lo cual también es falso. La naturaleza de cualquier ser vivo es defenderse de un ataque. La defensa es algo tan inherente a un ser vivo que hasta las bacterias tienen mecanismos para protegerse de los ataques externos que pudiera recibir, por ejemplo de los antibióticos. Por eso hay antibióticos que no matan a ciertas bacterias porque ellas tienen formas de defenderse para sobrevivir.

Las peleas de gallos no son una tradición en este país. Desde 1889 se prohibieron las peleas de gallos, posteriormente en 1912 el Presidente Ricardo Jiménez veta el decreto legislativo que autoriza las peleas de gallos y en 1922 la Ley de juegos vuelve a prohibirlas. Hace 127 años nuestros antepasados comprendieron que este espectáculo tipo coliseo romano bárbaro y sanguinario no aporta nada a la sociedad costarricense que todos queremos tener, una sociedad libre de violencia.

Las sociedades cambian de valores y “tradiciones” continuamente por el aporte de nuevas experiencias, conocimientos, necesidades de adaptación e influencia de otros grupos. La fuerza de las “tradiciones” no depende de la frecuencia con la que se practique sino de que la gente se identifique y comparta las ideas que originaron esa tradición.
La violencia es una construcción social, que puede aparecer como respuesta a un estímulo. Existen estudios que indican que la observación de escenas violentas puede tener un efecto significativo en la conducta de la persona que las observan. Yo no quiero más violencia en mi país, ni nada que promueva la muerte, el dolor y la pérdida de compasión, ese sentimiento tan humano que nos acerca al sufrimiento de otros seres. Tenemos el derecho a vivir en una sociedad que no promueva la violencia y el tenemos el deber de construir ese sociedad que queremos.

«A veces me preguntan: ¿Por qué inviertes todo ese tiempo y dinero hablando de la amabilidad para con los animales cuando existe tanta crueldad hacia el hombre?. A lo que yo respondo: Estoy trabajando en las raíces”. (George T. Angell).

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Bach. Administración Pública y Lic. Microbiología y Química Clínica

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