Luis París Chaverri
Los resultados de las elecciones de alcaldías, regidurías y otros cargos municipales, han sido objeto de múltiples interpretaciones, ya sea por parte de los personeros de los partidos participantes como de diversos analistas del acontecer político nacional.
Se ha señalado un resurgimiento del bipartidismo, por el triunfo del Partido Liberación Nacional (PLN) en la mayoría de los cantones y por una importante recuperación del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC). También se le atribuye un rotundo fracaso a los partidos que representan los extremos del espectro ideológico, como son el Movimiento Libertario (ML) y el Frente Amplio (FA). Además se ha destacado el anodino desempeño del gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC), así como un buen desempeño del Partido Nueva Generación (PNG) y el escaso éxito de las opciones a nivel cantonal.
No cabe duda que esas conclusiones son congruentes con los resultados, pero estos no son suficientes para extrapolar o pronosticar el comportamiento de los electores para los comicios del 2018, ya que se debe tener en cuenta que las elecciones del pasado 7 de febrero, no fue “una elección”, sino “81 elecciones”, cada una con su propia particularidad, en la que la afiliación o simpatía partidista jugaba un rol menos importante que las realidades de cada cantón y las características de los candidatos.
Cabe mencionar que en una buena cantidad de cantones el triunfo se adjudicó con porcentajes menores al 40%, y que los votos alcanzados por cada partido, al sumar las votaciones de todos los cantonales, en ningún caso alcanzó el porcentaje necesario para ganar una elección nacional.
Por lo tanto, las opiniones de los voceros partidistas deben tomarse con cierta cautela, porque más que pronósticos son, en el mejor de los casos, solo conjeturas interesadas. Conjeturas también son aquellos análisis que pretenden deducir de las elecciones municipales lo que pasará en el 2018.
Con estas consideraciones previas y las reservas expresadas, nos atrevemos a formular los siguientes comentarios, más como hechos y realidades que como vaticinios:
A lo interno del PLN hay diferentes enfoques: unos con euforia proclaman el resurgir de las cenizas en las que lo dejó los procesos electorales del 2014, mientras que otros ven como un síntoma de retroceso la pérdida de alcaldes en comparación con los obtenidos en el 2010, en un proceso similar.
Estas diferencias en el seno de la familia liberacionista reflejan la desunión y la confrontación entre los liderazgos de mayor peso en la agrupación, e indica que no existe un proyecto común que prevalezca sobre los personalismos, como sucedía en los tiempos de sus fundadores. Revela además que no hay conciencia entre sus principales líderes de que la reconstrucción y vigencia del partido depende de la capacidad de clarificar los conceptos ideológicos que lo sustentan, de definir los planteamientos programáticos que enmarquen la visión y el rumbo que le quieren dar al país, así como de la voluntad de unirse alrededor de ellos dejando de lado sus diferencias e intereses personales.
En las tiendas del PUSC se vive una mayor armonía y todos se regodean hoy del triunfo obtenido, ya que aumentaron la cantidad de alcaldías dirigidas por líderes cantonales de su agrupación. Sin embargo, se debe considerar que el progreso logrado puede ser solo un espejismo, ya que atraerá más cantidad de contendientes por la candidatura presidencial y por las diputaciones y eso conlleva, además del positivo entusiasmo, el peligro de una mayor beligerancia y belicosidad en los procesos de escogencia, motivo este de desavenencias y rupturas que podrían debilitarlo hacia el 2018.
La decadencia del ML parece imparable y esa tendencia es indiscutible cuando su propio fundador y eterno candidato presidencial ha tirado la toalla, amén de las deudas e investigaciones que lo agobian.
Por su parte, los resultados del FA en estas elecciones cantonales, demuestran que ese conglomerado político no ha logrado armar una estructura capaz de afianzar un apoyo sostenido después del 2014 y que el éxito de entonces fue circunstancial y obedeció más a factores exógenos que a sus propios méritos y capacidad, y que tendrán dificultad de repetirlo en las próximas elecciones nacionales. El debilitamiento y la derrota de proyectos políticos similares en Latinoamérica es otro factor que jugará en su contra.
El caso del PAC es realmente patético e inusitado, ya que es inconcebible que el partido que gobierna no tenga representación en los municipios de 22 cantones. Esta debacle es representativa del grado de desencanto y descontento con la gestión presidencial y de la pugna interna que vive esa agrupación, factores que serán difíciles de superar en el corto plazo.
El PNG no puede atribuir sus logros al trabajo partidista o a un mayor apoyo a su proyecto, ya que lo que hizo fue ofrecer o prestar su franquicia a dirigentes rechazados en otros partidos y que poseían un importante liderazgo en sus cantones.
Fuera de la consolidación de unos pocos partidos cantonales, el resto no ha podido lograr avances, no porque no sean buenas opciones, sino por las dificultades para financiarse en igualdad de condiciones y poder dar a conocer su mensaje y sus candidatos. Esta es una deuda con la democracia que tienen tanto el TSE, como nuestros legisladores.
A pesar del aún alto abstencionismo, se puede afirmar que estas elecciones municipales lograron el objetivo de que una buena parte del electorado, en lo que respecta a las alcaldías, más que por una bandera o insignia partidista, votara por las cualidades de los candidatos, su trayectoria y logros, por sus propuestas, cosa que no sucede igual con la elección de regidores y síndicos, donde priva aún el “voto a ciegas”.
– Exembajador ante el Vaticano