Vía costarricense
Johnny Soto Zúñiga
Estamos a pocos días que finalice este año 2015; y es época de compartir con la familia, los amigos, unos se van de vacaciones y visitan los paradisiacos lugares de nuestra tierra (playas, montañas, parques nacionales, volcanes, en fin diversos y lindos pueblos rurales y semirurales), otros salen fuera del país. Costa Rica es un pequeño y hermoso país tropical donde predomina el verde de nuestra naturaleza y en realidad en poco tiempo, de una hora en adelante puede estar uno viendo el mar, admirar el verde de nuestras montañas, la belleza de los paisajes, digno de cualquier pintura, etc. Otros van a las tradicionales fiestas de Zapote que realiza la Municipalidad de la capital San José, con las espectaculares corridas de toros a la tica (de las pocas que se realizan a nivel mundial bajo este concepto de toreros improvisados donde impera la adrenalina pura); nuestros niños y jóvenes disfrutan de asistir al campo ferial y montarse en los distintos carruseles de aparatos mecánicos que dan vuelta en las alturas; las comidas, los algodones de azúcar, los churros; en fin todo es felicidad y diversión.
También hay momento para la reflexión: de realizar un pasaje de lo vivido durante este año 2015, que errores se han hecho, en que podemos mejorar en nuestras empresas y profesiones, algunos buscaran un nuevo trabajo, o emprenderán una micro, pequeña o mediana empresa -Mipymes-, integrarse a una cooperativa, fundar una sociedad anónima etc.; o simplemente buscarán cambiar de trabajo de la institución pública o privada donde laboran. Las personas que tienen ilusiones, desean superarse y tener una mejor calidad de vida. Siempre que se da un cambio de año; y en este caso que nos enrumbamos hacia el 2016, deseamos nos vaya mejor; los creyentes le pedimos a Dios El Eterno nos proteja y nos llene de salud, bendiciones y fuerzas para seguir viviendo y salir adelante con los proyectos de vida que nos hemos establecido. Los más solidarios deseamos que exista justicia, solidaridad, equidad en nuestra sociedad; que entre todos construyamos un mejor país, y que la distribución de la riqueza sea compartida; deseamos que el gobierno de la República pueda emprender sus proyectos en beneficio del país; este es el ideal de un país feliz, democrático, de búsqueda permanente del bien común.
En el tradicional mensaje por la Navidad del 2015, la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo) el Papa Francisco pidió por el fin de las guerras, el terrorismo, el narcotráfico y la trata de personas; y llamó a un diálogo directo entre los pueblos para convivir en armonía. Sobre el tema de la dignidad afirmó que: “donde nace Dios, nace la esperanza y donde nace la esperanza, las personas encuentran la dignidad, pero, sin embargo, todavía hoy muchos hombres y mujeres son privados de su dignidad humana.” El Papa se ha manifestado contra el exceso del consumismo, el materialismo, nos llama a tener un comportamiento sobrio, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante (Así actuaba y expresaba Jesús); entonces hace un llamado de atención contra la nueva idolatría del dinero.
El Papa afirma que: “una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Éxodo 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo. (Ver Papa Francisco. Evangelii Gaudium, 55)
En el mismo sentido el filósofo y escritor francés Voltaire (1694-1778) nos dejó una frase célebre sobre el dinero: “Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por el dinero.” Esto encierra que muchos se brincan la cerca, violentando las reglas y leyes, terminando en la cárcel; la ambición e idolatría por el dinero los hace conspirar, intrigar, y realizar todo tipo de irregularidades con el fin de alcanzar el objetivo final de conseguir fácilmente el dinero. No debemos dejarnos que el dinero nos domine, apartando a nuestros amigos y familiares; hay gentes que engañan, pisotean los derechos de sus propios papás, hermanos y demás familiares, por la ambición de conseguir el dinero de forma fraudulenta (se convierten en monstros). El Papa Francisco afirma que más bien, debe prevalecer la humildad, quiere decir también servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo “despojándose” como dice la escritura, adoptar la condición de siervo.
La unidad familiar es fundamental para la convivencia en paz, debemos siempre hacer el bien, actuar como se dice como un buen padre de familia tanto dentro de nuestras casas; así como en nuestros lugares de trabajo y la sociedad en general. Los buenos principios y valores del ser humano es lo más importante en esta vida, actuar conforme a la verdad, a la ética y moral. Lo demás es secundario y el materialismo, el consumismo no es la felicidad total; sino los sentimientos y amor que debemos otorgar al prójimo. Colaborar en la búsqueda del bien común, nos hace más libres y tener la conciencia tranquila. Todo lo anterior lo podemos lograr teniendo fe en Dios y dejando que el Señor Eterno sea nuestra guía, la luz que nos señale el camino; es importante leer las Sagradas Escrituras para entender a Dios y conocer un poquito de su esencia, del alma y la vida eterna.
Sobre nuestra forma de vida y las acciones éticas traigo a colación lo que pensaba Santo Tomas de Aquino para comprender mejor el concepto del mal, señala que: “El mal es no intencional, no es una esencia, y tiene una causa accidental que es buena. Todas las cosas tienden a parecerse a Dios, que es el fin de todas las cosas. La felicidad humana no consiste en los placeres carnales, el honor, la gloria, la riqueza, el poder del mundo o los bienes mundanos, y no radica en los sentidos. La felicidad última del hombre no consiste en actos de virtud moral, porque éstos son medios; consiste en la contemplación de Dios. Pero el conocimiento de Dios poseído por la mayoría no basta; ni el conocimiento de Él obtenido por demostración; ni siquiera el obtenido por la fe. En esta vida no podemos ver a Dios en Su esencia, o tener la felicidad última; pero, en el futuro, le veremos cara a cara. (No literalmente, se nos advierte, porque Dios no tiene faz).
Esto ocurrirá, no por nuestro poder natural sino por la luz divina, e incluso entonces no le veremos del todo. Por esta visión nos hacemos partícipes de la vida eterna, es decir, de la vida extratemporal. La Divina Providencia no excluye el mal, la contingencia, el libre albedrío, la suerte o el azar. El mal viene por medio de segundas causas, como en el caso de un buen artista que hace obras malas.” Es fundamental señalar que Dios nos da el discernimiento entre el bien y el mal; por eso apostamos por realizar el bien común, y seguimos creyendo en la ética del Sinaí dada a Moisés, conjunto con los Diez Mandamientos, la Torá oral y la Torá escrita (Los 5 Libros Sagrados del Pentateuco)
Excelente reflexión, Shalom