Cuenta Mejía Vallejo, que un día un extranjero vio cómo un señor entrado en años, de aspecto jovial y generoso, salía de la imprenta con un cerro de periódicos debajo del brazo.
—»¿Me vende un diario, viejito?, habló el extranjero».
—»Pero es el «REPERTORIO AMERICANO».
Bella esa labor suya de repartir la revista de este ilustre costarricense que se llama Joaquín García Monge. ¿Lo conoce usted?
Entonces, el otro respondió sonriente:
—»Algo, algo… yo soy García Monge»…
La estupefacción del extranjero no tuvo límite y vio alejarse a don Joaquín con paso rápido hacia el Correo, gozoso de haber sido confundido con un vendedor de periódicos…