El mito de La Catalina

Federico Ruiz

Federico Ruiz W.

Es común escuchar a algunos liberacionistas de cierta edad lamentarse por la pérdida de educación política de «la juventud de ahora». Son interminables los suspiros por una época dorada del pasado, cuando «todos» los jóvenes acudían a «La Catalina» a formarse en los principios de la socialdemocracia. Ellos sí saben lo que es el socialismo democrático, a diferencia de los jóvenes de ahora quienes han perdido el rumbo ideológico.

Este mito también ha calado en muchísimos miembros de la Juventud Liberacionista, quienes promueven unas acertadísimas jornadas de formación política. Ellos argumentan que desde hace un número considerable de años existe una brecha en la capacitación desde la juventud y ahora la están cerrando. Enhorabuena que la estructura oficial de la Juventud Liberacionista desarrolle e implemente jornadas de estudio y educación.

Sin embargo, mal hacen en reproducir ese mito de ciertos jóvenes de la década de los setentas y ochentas, quienes sin quererlo (o queriéndolo), le «bajan el piso» a nuestra generación a punta de impresiones equivocadas y carentes de sustento. Ese discurso es incluso una forma de sabotaje para que los jóvenes no asuman posiciones de liderazgo «pues han perdido el rumbo ideológico». Lo que se deriva necesariaemnte de ese mito es que los jóvenes, en tanto no vuelvan «a La Catalina», serán incapaces de asumir el relevo dentro de Liberación Nacional pues están extraviados.

No es cierto que los jóvenes de ahora tengamos un extravío ideológico, no es cierto que hayamos dejado de ir a La Catalina (o a cualquier otro sitio), y no es cierto que en 20 años la Juventud Liberacionista haya dejado de formarse.

Sobre el primer punto, no deja de sorprender que algunos de esa generación de los setentas y ochentas hablen de pérdida de rumbo ideológico (siendo que muchos de ellos han asumido y están actualmente en posiciones de verdadero poder), pero son a su vez quienes se oponen a las verdaderas reformas sociales y progresista que los jóvenes de ahora reclaman. Ya sea con posiciones timoratas, omisas o abiertamente en contra, esa «Generación Dorada de La Catalina», se opone a las uniones de las personas del mismo sexo, a la fertilización in vitro, o a declarar a Costa Rica un Estado laico. Son los primeros que corren a hincarse ante el clero para seguir sus órdenes. Son quienes, habiendo asumido las más altas posiciones dentro de Liberación Nacional, convirtieron al partido en una agrupación «atrapalo todo», la cual a puro cálculo electoral pretende ganar el apoyo de todos, consiguiendo perderlo. Son algunos quienes se quedaron con los problemas económicos y sociales de 1970 y 1980, pretendiendo resolverlos con soluciones de esa época. Son los melancólicos y los nostálgicos. Si hay alguna generación con el rumbo perdido en el PLN, no es la de los noventa o la de principios de este siglo.

Con respecto al segundo y tercer aspecto, gracias a programas de formación como Agentes de Cambio, impulsado por la Fundación Friedrich Ebert, los jóvenes liberacionistas nunca dejamos de ir a La Catalina (o lugares alternativos a los que se debe acudir desde que ese centro cambio de dueños). Pero no solo nos formamos en la Ebert. También realizamos muchísimas jornadas de estudio, debate y reflexión con el Instituto Rodrigo Facio (IRF) desde 2004, algo muchas veces convenientemente ignorado. Por ejemplo, gracias a los espacios abiertos por el IRF en esa época (que actualmente no existen), muchos jóvenes liberacionistas participamos activamente en las deliberaciones del Congreso Daniel Oduber.

No bastando lo anterior, diversos grupos organizados de jóvenes asumimos como propia la tarea de la formación política, recorrimos el país para dar charlas y capacitaciones. Por poner un ejemplo, desde Fuerza Verde fuimos a cantones como La Cruz, Carrillo o Siquirres. No me cabe la menor duda que otros grupos hicieron lo propio. Gracias a jóvenes liberacionistas, pudimos tener en Costa Rica un seminario de formación política de alto nivel para la juventud, organizado por la Juventud Liberacionista, Fuerza Verde, la Secretaría de Asuntos Internacionales y por la Fundación Jaime Vera del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Se puede mencionar el esfuerzo que Fuerza Verde realiza desde hace unos años con su propio curso de formación política, por donde han pasado decenas de jóvenes y que tiene el mérito adicional de ser autofinanciado. Los ejemplos podrían seguir y seguir.

Es cierto que mucho más se podría hacer. Es cierto que los esfuerzos podrían se más coordinados, más estructurados y sistemáticos. Es cierto que las autoridades actuales del PLN no han avanzado lo suficiente en el tema, e incluso hasta han retrocedido. Pero también es cierto que los menores de 40 años no son analfabetos políticos. Se han formado, algunos han ocupado puestos de decisión y han sabido desempeñarse bien.

Hay que terminar de una vez por todas con ese «Mito de La Catalina», que se utiliza con demasiada alegría para reinvidicar una superioridad con respecto a los más jóvenes, que no es otra cosa que una forma de detener el urgente relevo generacional dentro de Liberación Nacional. Ese mito debe romperse y esa ruptura debe empezar por la propia juventud.

La Catalina

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Expresidente Fuerza Verde

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