La Patrulla de Bares: No apto para manudos (Bar Saprissa)

Especial para Cambio Político Misión: Bar Saprissa Dónde: San Juan de Tibás, San José (ver mapa)

Por algún favor celestial, las tierras tibaseñas están plagadas de buenos bares y esta Patrulla gustosamente con periodicidad ejerce su sacrificada labor por esta comarca. Obviamente, no podrían faltar algunas referencias futbolísticas, sobre todo para captar ya sea a eufóricos o afligidos aficionados que van a tonificarse a la salida de los partidos.

El más evidente es un bar casi a la sombra de la Cueva del Mounstro y que simplemente se llama bar Saprissa. O sea, más de un envenenado ni se atreverá a poner un pie allí. Y es que para más señas, está una cuadra al sur del estadio. Ir un día de partido debe ser de locos aunque el resto del tiempo más bien es muy tranquilo, como el día que llegó la Patrulla, pero como ahora todos los días hay fútbol, ese día jugaba el sufrido equipo morado en alguna lejana localidad así que el partido estaba omnipresente en los televisores. A pesar de ello, había sólo unos pocos clientes más o menos aislados, aunque con cara de asiduos.

 
Lo curioso del bar Saprissa es que a pesar de lo que se podría esperar de un local que debe atraer multitudes, el interior es muy acogedor y si se quiere tiene un ambiente muy familiar. No es muy, grande, apenas hay unas pocas mesas y una barra mediana, detrás de la cual hay una pequeña cocina, lo cual permite que el local se inunde con los deliciosos olores de las viandas que preparan.

Una vez que cómodamente se hubiesen arremangado los patrulleros, sonó en el televisor el primer gol del partido, a favor del equipo local del bar. Buen augurio para comenzar la dura faena, aunque debe hacerse una advertencia, pues ponen un menú con fotos que de fijo fueron sacadas de Internet, pues nada que ver con la realidad de lo que sirven. La boca de costilla la traen con patacones, estaba muy huesuda, nada del otro mundo. El chorizo sí estaba muy bien, sirven dos generosas porciones, bien tostadito, viene con un par de tortillas acompañado con tomate y yuca frita. Como en cualquier bar tico, no podía faltar el chifrijo, no fue nada del otro mundo pero con una calidad decente, lo sirven sin arroz y por eso en su lugar trae bastante chanchito, los frijoles estaban buenos, recién hechos, buen aguacate, sin mayor problema complacieron el gusto del patrullero que lo pidió, al cual no le gusta la cebolla, en resumen, bueno pero sin estar en las grandes ligas de los chifrijos. Mientras tanto cantaban el segundo gol morado, por lo que el ambiente se animó, aunque no mucho. Los tacos de pollo salieron muy bien parados, traen un par de tacos de buen tamaño, con bastante carne aunque muy grasosos. La sopa de mariscos siguió con la impresión general del lugar, es decir, con buen sabor, con buena variedad de frutos de mar, pero hay mejores en otros lares. En el menú hay un plato muy original, el arroz con lomo, digamos que la ensalada que lo acompaña sale sobrando, en general el sabor estaba muy bueno aunque podrían mejorar un poquito más el condimento de la carne. El pescado al ajillo, por su tamaño más parece un plato normal que una boca, además estaba delicioso. Como de costumbre, en una Patrulla que se precie hay que probar los dados de queso y éstos fueron la estrella de la noche, realmente sobresalientes, el queso en su punto, doraditos por fuera y suaves por dentro sin exceso de sal, justifican un regreso al lugar. Hay un “gordon bleu” que nada que ver con la receta original, apenas le ponen un queso blanco pero fuera de eso es una carne con buen sabor y buena salsa. Para cerrar, un bistec a la plancha que por dicha fue lo último que se pidió, porque mientras lo cocinaban un delicioso olor inundó todo el pequeño local, alguien muy hambriento no lo hubiera soportado. Y hasta alcanzó para que el Saprissa metiera un tercer gol, aunque ya para ese momento, la mayoría de los asiduos, en promedio entraditos en años, ya se habían ido a meterse a las cobijas.

Afortunadamente ese día Saprissa ganó. No nos podemos imaginar el acto suicida que podría ser celebrar un gol del contrario. Al rato, la boquera se puede poner de mal humor y mandar puros tablones. O se desquitan clavando con la cuenta. O alguno de los asiduos se pone chichoso y le da guaro vaquero. Pero tampoco fue para tanto, porque a pesar de la goleada, no invitaron.