Santiago Duran Escalante combatía en altura, caballerosamente, como corresponde a hombres de cultura superior.
En alguna ocasión tuvo que tomar parte, a guisa de mantenedor o cosa parecida, en una reunión celebrada en casa del recordado amigo el Licenciado don Manuel Castro Ouesada, el hombre que tuvo en sus manos por mucho tiempo el troquel para hacer presidentes en Costa Rica.
Tatayo, como cariñosamente le llamaban sus amistades, fué uno de los hombres de confianza del Licenciado Castro Ouesada durante la campaña política en que este último figuró como candidato presidencial. Oigámoslo, pues, en su charla:
—»El humorista, señores —profirió hacia la mitad del discurso—, enfoca la realidad de un modo «sui géneris». El autor de «Petit Café», por ejemplo, no puede reaccionar ante la cuestión de la autonomía de Irlanda en la misma forma que su compatriota De Valera»…
El grupo de amigos, reunido esa noche en la casa del señor Castro Quesada se quedó con la boca abierta. Y hubiera llegado a creerse en plena pesadilla de no caer al punto en la cuenta de que el orador confundía a Tristán Bernard con Bernard Shaw.