Anecdotario Nacional

Anecdotario Nacional

A don Rafael Yglesias Castro lo distinguía su carácter. Era de las pocas personas que realizaban sus pensamientos y convertía en realidad lo que para muchos son sueños. Después de haberse ejecutado las obras de saneamiento del puerto de Limón, don Rafael dispuso visitar el puerto en compa­ñía de varios de sus amigos. Se dirigieron al edificio de la Aduana, habiendo subido a la terraza para admirar así mejor la magna obra del tajamar.

Caía la tarde. Don Rafael hacía explicaciones y hablaba con entusiasmo de su obra, y el frío y el aire se iban colando sin que el señor Presidente de la República pareciera advertirlo.

Entre sus amigos se encontraba un médico, joven entonces, que no podía soportar ya el frío de esa tarde y que por eso se dirigió a don Rafael, diciéndole:

—»Señor Presidente; sería bueno bajar, porque le va a hacer daño este friecito»…

El señor Yglesias Castro, sonriendo le repuso:

—»Gracias, siempre es muy grato PONER DELANTE EL BENEFICIO DE LOS DEMAS».

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