Anecdotario Nacional

Anecdotario Nacional

CORRIA el año 1912. Se encontraban en París la Condesa doña Emilia de Pardo Bazán, escritora de nota, y nuestro insigne historiador y gran diplomático don Ricardo Fer­nández Guardia. El Marqués don Manuel María de Peralta, que por muchos años fué el Embajador de Costa Rica en Europa y de­cano del cuerpo diplomático radicado en Francia, dispuso homena­jear a tan ilustres visitantes con una comida, a la cual fueron invi­tadas distinguidas personalidades.

Puntual, la Condesa de Pardo Bazán, tocaba a las puertas de la residencia del Marqués de Peralta. Un criado, al verla de pies a ca­beza, con recelo, e intrigándole la rara indumentaria de la señora Condesa, y clavando su mirada en el sombrero adornado con ra­mos de frutas y plumas de ave, dijo:

—»Sírvase la señora tocar en la siguiente puerta». Un mayordomo se acerca al Marqués y le dice: —»Hay una persona rara esperando a usted en el «recibo» del servicio doméstico».

!!!Y la persona era la propia Condesa doña Emilia!!!… Don Manuel María, al verla sentada en una modesta silla, le dijo:

—»Señora Condesa, pido a usted por favor perdonar esta la­mentable equivocación de mis empleados».

A todo esto, el Marqués de Peralta cambiaba de colores con una gran facilidad.

La Condesa de Pardo Bazán, dándose cuenta de lo que estaba sucediendo, replicó:

—»No se preocupe usted señor Marqués; LA CULPA LA TENGO YO POR VESTIRME DE ESTA MANERA».

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