Por Sabine Glaubitz
París, 9 oct (dpa) – «Nunca antes hubo alguien como Édith Piaf y nunca volverá a haber alguien como ella». Y no se equivocaba al afirmarlo el director, poeta y pintor Jean Cocteau, un amigo cercano de la cantante. «Milord», «Non, je ne regrette rien» o «Padam Padam», sus «chansons» más conocidas, sonaron más allá de la frontera. Patricia Kaas, Katharine Mehrling, Evelyn Ruzicka y muchos otros interpretan las canciones de Piaf. Ahora, numerosos programas de radio, documentales y libros recuerdan la dura y solitaria muerte de la reina de la «chanson» el 10 de octubre de hace 50 años.
Tenía 47 años y una vida dramática tras de si. El alcohol, drogas y malos golpes del destino la destruyeron.
Son muchos los que han intentado indagar en el mito de Piaf, pero los biógrafos que se han acercado a la vida de esta mujer coinciden en destacar que se consumía de pasión y se entregaba plenamente al público y a la vida.
«Nunca repartía economizando, sino que daba todo lo que tenía. Al igual que todas las personas cuya vida está basada en el valor, ella no pensaba en la muerte, sino que la desafiaba. Le hacía frente. De ella sólo queda su voz… con la que ensalzaba todo lo que cantaba», cita Rosteck Cocteau, que murió el 11 de octubre de 1963, un día después de Piaf. Generosa, excesiva, entregada, autodestructiva: Piaf amaba la vida, los hombres y el alcohol.
Cuando esta mujer menuda, de apenas 1,50 metros y de aspecto frágil se subía a un escenario y con fervor entonaba «Non, je ne regrette rien», el público quedaba complemente embaucado por el poder vocal y emocional de al actriz.
Ella sentía a fondo las emociones que cantaba. Despertaba emociones, compartía el dolor y la dicha. «Édith Piaf no sólo tenía una voz extraordinaria, sino que sabía contar historias con su música y emocionar a las personas», dijo la cantante y actriz austriaca Evelyn Ruzicka.
«Non, je ne regrette rien» no era sólo una canción. Que Piaf no se arrepentía de nada era una constatación, su estilo de vida. Édith Giovanna Gassion, el nombre real de la cantante, hizo borrón y cuenta nueva con muchas cosas, sobre todo con sus relaciones infelices. Abrumaba a sus amantes con regalos costosos y convirtió a muchos en estrellas. Pero su gran amor fue el boxeador Marcel Cerdan, que murió en 1949 en una accidente aéreo.
La vida de Piaf se narra en documentales y numerosos libros, pero hay algunas cosas que sieguen siendo un misterio, como las circunstancias en las que nació la cantante. En su partida de nacimiento figura el 19 de diciembre de 1915 en el número 72 de la Rue de Belleville, en un barrio de trabajadores al noreste del centro de París ¿Fue en las escaleras de la casa o en el pasillo? ¿Fue un policía voluntarioso el que ayudó a nacer al bebé cuando las contracciones sorprendieron a la madre? Era hija de un cantante de la calle y una feriante.
Drogas, alcohol, gota, varias operaciones y su insaciable hambre de amor destruyeron el alma y el cuerpo de Piaf, que murió en la localidad Placassier, en el sur de Francia. Su último deseo era morir en París y ser enterrada allí. Y así empezó el viaje fúnebre. Su cuerpo fue llevado en secreto por la noche a París, donde un médico expidió un certificado de defunción falso en el que la fecha de la muerte es el 11 de octubre y el lugar: París. Ahí comenzó el mito.