Una vez venía el Cholo Obregón en el tranvía, después de una fiesta celebrada en los salones del Golf Club, todavía bajo la impresión que le había causado el tanto divertirse y bajo la acción del champagne. Al acercársele el conductor y pedirle al Cholo su tiquete, este se registró todos los bolsillos, y al ver que no tenía ni un céntimo, se quedó viendo a un niño que la madre llevaba en brazos. —»¿Dígame, conductor: ese niño paga?».
La respuesta fué la siguiente:
—»No señor, porque va alzado»…
El Cholo Obregón ingeniosamente le responde:
«Entonces yo tampoco pago PORQUE VOY TAMBIEN ALZADO»…