La Patrulla de Bares: Buenos marisquitos (Los Korales)

Patrulla de Bares Especial para Cambio Político

Misión: Bar-Restaurante-Marisquería Los Korales
Dónde: Carretera Tibás-Moravia, Centro Comercial Los Colegios, Moravia (ver mapa)

Cuando se habla de Moravia, los Patrulleros suspiran involuntariamente y piensan en la siempre amada, admirada, saboreada y llorada San Francis. Así que una convocatoria en dicha comarca inevitablemente trajo la evocación de algunos famosos templos que allí existieron, ahora tristemente cerrados, como la Don Bosco, el Mono’s y La Yunta. Qué tristeza, hay que hacer una reforma constitucional para que ciertos lugares nunca cierren e inventar una norma ISO para preservar los recetarios de los menús de bocas más famosos.

Nostalgias aparte, en su última sacrificada incursión, la Patrulla de Bares se dirigió hacia el noreste capitalino para entre brisas y fríos saborear la producción culinaria de la marisquería Los Korales, ubicada en el Centro Comercial Los Colegios, en la calle que comunica a Moravia con Tibás. Aunque en la zona se alternan algunos aborrecibles bares pipis y cadenas de comida basura, no hay que dejarse amedrentar por el vecindario, el buen patrullero sabe buscar y encontrar.

 
Lo primero que llama la atención y atrae de Los Korales es su tranquilidad. Como lo diría la publicidad barata, “ambiente familiar”. Ni siquiera tiene barra cantinera. Lo único que recuerda el ambiente barístico son los desgraciadamente infaltables televisores, este Cronista es conservador y añora los viejos tiempos en que se iba a los bares sólo a escuchar los gritos de los parroquianos y no a ver partidos de futbol de equipos que uno ni siquiera sabe que existen o pésimos videos musicales que son la-copia-de-la-copia-de-la-copia. En fin así somos de polos en Tiquicia. Dejando de filosofar y volviendo a nuestro reseñado, hay que advertir que le traigan a uno el menú de bocas, pues de lo contrario le traen a uno la carta del restaurante, un buen patrullero no puede perder su dignidad.

El marisco tiene una especial virtud para agradar mucho el paladar combinado con una cervecita (a decir verdad TODAS las comidas combinan muy bien con la birrita) así que en Los Korales uno se puede dar una buena indulgencia comiendo frutos de mar junto con nuestra bebida favorita. El menú es amplio aunque sin ser gigantesco y hay varios tipos de sopas, probamos la de mariscos, estaba poco menos que excelente, nada de que sólo trae pescado, aquí uno encuentra buena variedad de actinopterigios, octópodos y bivalvos en su caldito. También probamos la sopa negra, igual de alabada, sólo que en el líquido aquí lo que viene es parte de la familia, o sea, solo un huevito. Y además el día del patrullaje, a los primeros que llegaron los recibieron con un consomé de pollo de cortesía, sabían con quienes se estaban metiendo. También el menú tiene varios tipos de ceviche, para variar un poco se cató un ceviche mixto, que destacó por tener una apreciable y agradecible proporción de camarones. Y en el menú las virtudes no se limitan a los mariscos, una de las estrellas de la velada fue la tablita Los Korales que por su tamaño nos hizo dudar que se trataba de una boca, se trata de un plato con tres tipos de carne: pollito, chanchito y vaquita, altamente recomendada. También hay lengua en salsa, bien suavecita y con una salsa muy buena. Hay un lomo demi glace que llama la atención por su nombre, recordemos que la salsa demi glace es uno de tantos legados de la cocina francesa, basada en caldo de ternera, aquí no resultó particularmente impresionante y se pareció más a una salsa de hongos común y corriente, aparte de que el patrullero considero que la carne estaba un poco dura, bueno, por lo menos sí era lomo de verdad. Cerrando el capítulo de los bichos que alguna vez deambularon por encima de la tierra, se probaron unas fajitas de pollo, las cuales repitieron virtudes en cuanto a sabor. Ya para el cierre se volvió a los pobladores marinos y se degustó un pulpo al ajillo, algo realmente bueno, el pulpo en su punto, nada huloso y muy bien presentado, acompañado con puré de papa. Hay un omelet del mar, que además de ancho es largo y alto, el tamaño que nos gusta y estaba exquisito. Pero la que pareció ser la mejor de todas las bocas es el filete al aguacate, no se trata de un pescado con alguna rebuscada salsa verde, pero es un filete con queso gratinado, salsa blanca y trozos de aguacate que mereció expresar que el pececito no había muerto en vano. Para acompañar la comida sirven un chilito criollo de la casa que está buenísimo.

El precio promedio de las bocas podría decirse que es caro, unos tres mil colones, pero las porciones son grandes, la relación precio-calidad está más que buena, una persona decente con una boca queda satisfecha, afortunadamente los patrulleros pudieron con un poquito más, todo sea para compartir con los lectores. El lugar tiene mala fama de que la atención es muy lenta, a la Patrulla le fue muy bien, el señor que atendía era superpellizcado, aunque debemos reconocer que a veces se perdía y había que pedir refuerzos en el mostrador. Lo que sí es infumable es la seguridad del centro comercial que impidió tomar una foto de la fachada del lugar para la edición ilustrada de esta crónica en cambiopolitico.com. Ni porque los vamos a hacer mundialmente famosos. Qué triste que al sentido común le prohibieron la entrada en las empresas de seguridad privada. Al final uno de los patrulleros se las agenció para conseguir la foto, eso para que vean lo sacrificado que es este trabajo.

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