Monseñor Kern fué el Tesorero de la Curia que más se preocupó por embellecer el templo. A él se le debe, en parte, el arreglo casi total que sufrió la primera iglesia católica costarricense; la Catedral.
En cierta oportunidad llegó a la Curia Metropolitana un campesino, y al tocar el timbre de la puerta, le salió precisamente la persona a quien buscaba:
—»¿Está Monseñor Kern?»
—»Yo soy. ¿Qué se le ofrece?».
El campesino quedó dudando, y le replicó:
—»Dígame Monseñor: ¿hay confirma?».
Y el sacerdote corpulento, el de las hermosas barbas, le respondió, sorprendidamente:
—»¿Cómo confirma? MUY BIEN GARANTIZADO Y AL, 5%»»…