Tiroteo masivo ocurrido en la Universidad de Brown

Para algunos estudiantes fue el segundo tiroteo que sufrieron en su vida

Amy Goodman y Denis Moynihan

Demnow

El sábado 13 de diciembre por la tarde, un hombre armado irrumpió en un aula de la Universidad de Brown, en la ciudad de Providence, estado de Rhode Island, y comenzó a disparar. El atacante mató a dos estudiantes y dejó heridos a otros nueve, y luego escapó. El jueves por la noche, las autoridades policiales encontraron el cuerpo del sospechoso de haber perpetrado el tiroteo, aparentemente muerto por suicidio, en el estado de New Hampshire.

Según la organización Gun Violence Archive, este fue el tiroteo masivo número 389 registrado en territorio estadounidense desde el inicio de 2025. Desde entonces se han producido al menos cuatro más. La violencia con armas de fuego no es exclusiva de Estados Unidos, pero la escala y la recurrencia con que ocurren este tipo de hechos en ese país no tienen parangón en el resto del mundo. La industria de las armas y su lobby han convertido a los 50 estados de Estados Unidos en una zona liberada para el uso de armas de fuego, un campo de exterminio en el mismo país donde, hace 250 años, sus fundadores proclamaron que “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” son derechos inalienables. Ella Cook y Mukhammad Aziz Umurzokov, los dos estudiantes que murieron en el ataque, fueron despojados para siempre de esos derechos. Mientras tanto, seis de los nueve estudiantes que resultaron heridos permanecen hospitalizados y uno de ellos se encuentra en estado crítico.

Los tiroteos masivos, especialmente en centros educativos, se han vuelto tan comunes en Estados Unidos que crece el número de personas que han sobrevivido no a uno, sino a dos de ellos. Democracy Now! entrevistó a dos de estas sobrevivientes tras el tiroteo en la Universidad de Brown.

Zoe Weissman, una estudiante de segundo año de esa institución, expresó: “Como ya he procesado todo el dolor y la tristeza antes —he estado lidiando con eso durante los últimos siete años—, la emoción predominante que me embarga en este momento es la ira”. En 2018, Zoe se encontraba cursando el secundario en la escuela Westglades, en la localidad de Parkland, estado de Florida, en un edificio contiguo a la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, donde, el Día de San Valentín de ese año, un exalumno de ese centro educativo llegó con un rifle de asalto del tipo AR-15 y mató a 17 personas —la mayoría estudiantes—, además de dejar heridas a otras 18.

Durante la entrevista con Democracy Now!, Zoe agregó: “Si los políticos realmente quieren demostrar que se preocupan por los residentes a quienes representan y aspiran a ser reelegidos, deben impulsar de manera conjunta la aprobación de leyes federales para prevenir la violencia con armas de fuego. Si no lo hacen, nos aseguraremos de sacarlos de sus cargos en futuras elecciones, porque somos el único país donde ocurre esto”.

Mia Tretta es estudiante de tercer año en la Universidad de Brown. El 14 de noviembre de 2019, un compañero de secundaria le disparó con una pistola en la escuela secundaria Saugus, situada en la ciudad de Santa Clarita, en el estado de California. El atacante mató a su mejor amigo y a otra estudiante e hirió a dos más antes de quitarse la vida.

En conversación con Democracy Now!, Mia dijo: “Llegué a Brown con la experiencia de haber recibido un disparo en el estómago a los 15 años. Cuando vives algo tan horrible y aterrador como un tiroteo escolar, quieres encontrar la mayor sensación de seguridad posible, porque, al menos en mi caso, alguien a quien ni siquiera conocía me arrebató por completo la inocencia y la infancia. Una de las principales razones por las que elegí Brown fue la seguridad que sentí en el campus, el sentido de comunidad que encontré allí, y el hecho de que Rhode Island es un estado tradicionalmente demócrata que valora las leyes que regulan la tenencia y el uso de armas de fuego”.

Desde que sobrevivió al tiroteo en su escuela secundaria, Mia se ha convertido en una incansable activista por el control de armas. En 2022, cuando tenía 18 años, la joven alzó su voz en la Casa Blanca:

Las armas no registradas, las “armas fantasma”, son imposibles de rastrear. […] Como estudiante, no solo tengo que preocuparme por los exámenes de español, sino también por mi propia vida. Los tiroteos en escuelas con ‘armas fantasma’ están aumentando. Además de haber perdido amigos y ver destruida mi juventud, lo más perdurable que he aprendido a partir de mi experiencia es que nada ha aliviado tanto el dolor de mi corazón como trabajar para prevenir más tiroteos sin sentido”.

Al igual que Mia, Zoe Weissman promete actuar:

Somos un grupo de estudiantes muy activos políticamente. Creo que, cuando volvamos al campus a mediados o finales de enero, los estudiantes vamos a poner en marcha una acción conjunta de gran alcance. Creo que hablo por todos al decir que estamos indignados y dispuestos a hacer algo, no solo a nivel estatal, sino también a nivel federal”.

La Corte Suprema de Estados Unidos prevé examinar lo que se ha descrito como una “avalancha” de casos relacionados con la Segunda Enmienda de la Constitución, entre ellos uno que impugna una ley estatal de Illinois que prohíbe los rifles de asalto del tipo AR-15, el arma predilecta de los autores de tiroteos masivos. Otros casos abordan si se puede restringir el derecho a portar armas a determinadas categorías de personas, como quienes tienen condenas por delitos graves, quienes padecen adicciones habituales o quienes son menores de 21 años. Si los antecedentes sirven de guía, es probable que la mayoría derechista del alto tribunal estadounidense determine, por seis votos contra tres, que cualquier forma de control de armas es inconstitucional.

Por lo tanto, la organización de base y la movilización popular serán claves para frenar este flagelo estadounidense de la violencia armada a gran escala.

“Estados Unidos es el único país en el mundo que considera la violencia con armas de fuego como un hecho de la vida, y eso es absurdo”, dijo Mia Tretta, de 21 años. “No existe ningún país en el mundo en el que sea normal caminar por la calle y tener miedo, o estar sentado en un salón de clases y que te disparen y te maten. Esto no debería suceder”.

© 2025 Amy Goodman

Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

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