Don Lalo y don Pepe

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A mí mismo me he jurado lealtad a don Pepe; lealtad que llevaré hasta mi muerte”, decía Gámez.

Yo no puedo hablar de don Lalo porque siento que estoy hablando de un hermano”, decía Figueres.

Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

En el año 2004 por iniciativa de CEDAL y la Instancia Socialdemócrata, tuvimos la feliz idea de homenajear a los fundadores del Partido Liberación Nacional, y especialmente a los que todavía estaban vivos, si mal no recuerdo se les entregó un pergamino o placa. El acto se hizo en el auditorio del edificio cooperativo en barrio Dent, el que está al costado norte del mall San Pedro. De los 24 preclaros ciudadanos que fundaron el partido, el 12 de octubre de 1951, en La Paz de San Ramón, ya solo quedaban cinco vivos, que si mal no recuerdo eran Alfonso Carro, Jorge Rossi, Luis Alberto Monge, Gonzalo Facio y Uladislao “Lalo” Gámez. Ya todos estaban muy mayores, y si mi memoria no me falla, solo pudieron asistir Jorge Rossi y Lalo Gámez.

Otra cosa que recuerdo es la gran disertación que dio Marcelo Prieto sobre Daniel Oduber, toda una pieza de oratoria con la elocuencia ya conocida de Marcelo.

Me recordé del homenaje al revisar la sección de biografías de elespitiudel48.org y volver a leer la reseña biográfica de don Lalo Gámez, a quien conocí personalmente en la ceremonia. Él ya estaba muy mayor, según creo tenía 94 o 95 años; es más al año siguiente murió.

De la reseña sobre don Lalo recuerdo que un día me llamó Viria, la secretaria de don Luis Alberto Monge, para preguntarme quien la había escrito, porque don Luis la había leído y le había gustado mucho y quería saber. Y sí, coincido, es una reseña biográfica preciosa y muy bien escrita. La historia de esa reseñan es interesante, la obtuve en el Balcón Verde, junto a unos documentos históricos del PLN que me facilitaron para copiar; pero desgraciadamente no estaba consignado el autor.

Como la reseña es muy larga, decidí elaborar una especie de resumen, tratando de resguardar el espíritu coloquial y personal que tiene, haciendo énfasis en la amistad entre don Pepe y don Lalo. La reseña completa pueden leerla en el elespiritudel48.org, lectura que, por supuesto, recomiendo.

El resumen de la reseña biográfica quedó de esta forma:

Uladislao “Lalo” Gámez Solano nació el 8 de agosto de 1909 en Puntarenas, rodeado del estero, la playa y los manglares donde aprendió a nadar y remar. Hijo de Antonio Gámez González y Juanita Solano Alarcón, su niñez estuvo marcada por la pérdida y la responsabilidad temprana: la muerte de su padre en 1927 le obligó a asumir su propio destino.

Desde joven, Lalo encontró en la educación y la música un refugio y una pasión. Guiado por maestros como don Paco González y el gran Omar Dengo, desarrolló habilidades en lectura, composición musical, piano y oratoria, consolidando un carácter que combinaba disciplina, sensibilidad y liderazgo.

“Tengo la responsabilidad de ser producto de dos grandes hombres, mi padre Antonio Gámez y mi maestro don Omar Dengo”.

A pesar de las dificultades económicas, Lalo obtuvo beca para la Escuela Normal de Costa Rica en Heredia, donde se destacó por su liderazgo y dedicación. Fundó coros, dirigió orquestas y promovió actividades culturales, mostrando desde temprano su visión de la educación como motor de transformación social.

Allí también comenzó a moldearse su habilidad para conectar con las personas y liderar comunidades, cualidades que más tarde serían fundamentales en su rol educativo y político.

En la década de 1940, mientras presidía la filial en Heredia del “Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales”, Lalo conoció a José Figueres Ferrer. La conexión fue inmediata: compartían ideales, compromiso social y una visión de país.

Esta amistad se manifestó en los momentos decisivos de Costa Rica. Tras la Revolución del 48, Figueres le pidió a Lalo reorganizar el ministerio de educación y lo nombró miembro de la Junta Fundadora de la Segunda República como ministro del ramo. Desde el puesto de ministro, que desempeño junto a Figueres en otras dos oportunidades, impulsó reformas educativas clave: gratuidad de la enseñanza secundaria, creación del Instituto Tecnológico de Costa Rica y de la Universidad Nacional, y modernización integral del sistema educativo.

La amistad entre Lalo y Figueres fue mucho más que política: fue una relación de respeto, lealtad y admiración mutua. Figueres confiaba en su juicio; Gámez encontraba en Figueres un aliado firme, capaz de convertir ideales en acciones concretas.

Juntos demostraron que los grandes cambios sociales requieren colaboración, visión compartida y compromiso. Su obra educativa y política dejó un legado duradero, beneficiando a generaciones de estudiantes y docentes.

“En Esparza me hice maestro. Mis alumnos, maestros y padres éramos una sola familia. ¡Cómo nos queríamos todos!” — recordaba Lalo, evocando su pasión por la enseñanza.

Más allá de los cargos, los proyectos y los reconocimientos, la historia de Lalo Gámez Solano es también la historia de un hombre que entendió la educación como un acto de amor y justicia social. Cada escuela que dirigió, cada aula que iluminó con su voz y su música, fue un reflejo de su compromiso con la formación integral de los jóvenes, de su convicción de que ningún talento debía perderse por falta de oportunidades. Su vida muestra cómo la pasión personal se puede convertir en motor de cambio colectivo.

La amistad con José Figueres Ferrer se convirtió en un hilo invisible que acompañó su vida y su obra. Esa confianza mutua permitió que ambos, en sus respectivos roles, transformaran la educación y la política costarricense con coherencia, lealtad y sentido de país. La historia de Lalo y Pepe nos recuerda que la grandeza de un líder no se mide solo por los cargos que ocupa, sino por las relaciones que cultiva y la huella duradera que deja en quienes lo rodean.

Uladislao Gámez Solano falleció el 12 de enero de 2005 en Heredia, a los 95 años, dejando un legado imborrable en la educación y la política costarricense. Su amistad con Figueres Ferrer fue un pilar de su vida, un lazo que trascendió lo personal y lo político, y que ayudó a transformar Costa Rica en la Segunda República.

En 2024, la Asamblea Legislativa lo declaró benemérito de la patria, un reconocimiento a una vida dedicada a la educación, la justicia social y la construcción de un país mejor.

Aquí termina el resumen, al que solo le agregué -para redondearlo- el fallecimiento y el benemeritazgo, que fueron posteriores y no se mencionan en la reseña original. Aún siendo un resumen, me parece que expresa el sentimiento de esa gran amistad con don Pepe.

La figura de don Lalo es extraordinaria por todo lo que el país recibió de él, y en la segunda mitad del siglo XX, en el tema de educación, no ha habido nadie como él. Y por supuesto, recalcar el gran mentor que tuvo siendo joven en la figura de Omar Dengo el maestro de maestros.

Para finalizar, si alguien lee estás líneas e identifica a la persona que escribió la reseña, que nos lo haga saber, porque por más que he tratado de averiguarlo, no me ha sido posible, y me gustaría dar el crédito debido al autor.

Como siempre, les dejo algunas imágenes de don Lalo solo o junto a don Pepe.

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