Una historia con altibajos
Por Aleksandra Bakmaz (dpa)

Friedrichshafen (Alemania), 1 jul (dpa) – Hace 125 años, el 2 de julio de 1900, despegaba el primer zepelín en la ciudad alemana de Friedrichshafen, que comenzó así a escribir una historia marcada por altos y bajos.
El conde Ferdinand von Zeppelin (1838-1917), pionero alemán de los dirigibles, realizó su primer vuelo de prueba con el «LZ 1» cerca de Manzell, en el lago de Constanza. Sin embargo, el prototipo no consiguió realizar más de tres vuelos.
En su viaje inaugural, el primer dirigible se elevó desde una plataforma flotante hacia el cielo vespertino sobre el lago, según detalla un ensayo de la actual empresa Zeppelin Luftschifftechnik GmbH, que desarrolla dirigibles con nueva tecnología.
«A bordo viajaban cinco personas, la propulsión corría a cargo de dos motores Daimler de 14,2 CV cada uno», indica. Este primer viaje duró 18 minutos, tras los cuales regresó al punto de partida.
«Fue un gran paso hacia un nuevo territorio técnico en todos los aspectos y un atrevimiento considerable», afirma Jürgen Bleibler, del Museo Zeppelin en Friedrichshafen.
Las dimensiones del «LZ 1» eran inimaginables para aquella época. Según el experto, el dirigible constaba de un armazón de aluminio, un casco, células de hidrógeno, tenía un sistema de propulsión con dos motores distribuidos en ambas góndolas, medía 128 metros de largo y tenía un diámetro de más de 11 metros. Su volumen era de 11.300 metros cúbicos.
A los 62 años, el propio conde Von Zeppelin estuvo al mando del viaje inaugural. «Asumió la responsabilidad y se erigió en el cerebro de esta espectacular empresa», dice Bleibler. Para cumplir este sueño también gastó parte de la fortuna de su esposa.
Desde el principio el conde buscó impresionar con sus majestuosos dirigibles no solo a la opinión pública, sino también a los políticos, la aristocracia, los empresarios y los militares. Pero el éxito no llegaría hasta muchos años después.
Este primer vuelo marcó el comienzo de una larga historia de altibajos. El pionero de la aviación abandonó el prototipo tras dos vuelos más, no solo porque los recursos financieros se habían agotado, sino también porque en los primeros años del siglo XX aparecieron muy pronto técnicas mejores.
Las primeras pruebas con el modelo sucesor «LZ 2» comenzaron a finales de 1905. Pero el dirigible no lograría cubrir largas distancias de modo seguro hasta años más tarde, con los modelos posteriores. Los problemas de motor y también la meteorología fueron causa de los inconvenientes.
El punto de inflexión sería la catástrofe de Echterdingen en 1908. Tras un aterrizaje de emergencia, el «LZ 4» fue alcanzado por una ráfaga de viento, pasó por encima de los árboles y finalmente terminó en llamas.
Von Zeppelin no se encontraba a bordo. Pero decenas de miles de espectadores presenciaron el accidente y posteriormente se desató una ola de solidaridad con el conde en toda Alemania y se donaron más de seis millones de marcos.
Tras las misiones de los dirigibles en la Primera Guerra Mundial, en las décadas de 1920 y 1930 se dio un giro hacia la aviación de pasajeros en rutas intercontinentales, debido a la ya larga autonomía sin escalas de 10.000 kilómetros. Este cambio fue impulsado por Hugo Eckener, sucesor de Von Zeppelin tras su muerte.
El «Hindenburg», construido en 1936, ofrecía viajes regulares a Estados Unidos por la ruta del Atlántico Norte. «Lo hizo durante casi exactamente un año, hasta mayo de 1937, cuando ardió en Lakehurst», señala Bleibler.
La sección trasera del fuselaje de la aeronave «LZ 129», que estaba llena de hidrógeno, se incendió al aterrizar en el puerto de aeronaves de Lakehurst, cerca de Nueva York.
Un total de 35 pasajeros y miembros de la tripulación, así como un hombre del personal en tierra, murieron en la catástrofe. El zepelín, que pesaba unas 120 toneladas y era el mayor del mundo en aquella época, quedó completamente destruido.
Más allá de las imágenes del trágico accidente, apunta el experto, la fascinación por los dirigibles se extiende hasta nuestros días. «El tamaño, la ingravidez del movimiento: el zepelín sigue teniendo una imagen muy positiva».