TRAS EL GARE SAINT-LAZARE │ Henri Cartier-Bresson, 1932
LA VELOCIDAD Y EL INSTINTO eran la esencia de la brillantez de Henri Cartier-Bresson como fotógrafo. Y nunca los combinó mejor que aquel día de 1932 en el que apuntó con su cámara Leica a través de una valla situada detrás de la estación de tren de Saint-Lazare, en París. La imagen resultante es una obra maestra de forma y luz. Mientras un hombre salta sobre el agua, evocando a los bailarines de un cartel en la pared detrás de él, las ondulaciones del charco alrededor de la escalera imitan las piezas metálicas curvadas cercanas. Cartier-Bresson, que disparaba con una ágil cámara de 35 milímetros y sin flash, vio que todos estos componentes se unían durante un breve instante y apretó el disparador. El momento lo es todo, y ningún otro fotógrafo lo aprovechó mejor. La imagen se convertiría en el ejemplo por excelencia del «Momento decisivo» de Cartier-Bresson, su lírico término para referirse a la capacidad de inmortalizar una escena fugaz en una película. Era un estilo rápido, móvil y obsesionado por el detalle que ayudaría a trazar el rumbo de toda la fotografía moderna.
Basado en un especial de la revista Time