Miguel Angel Obregón, (El Cholo), sentado en la baranda del kiosko, saboreaba un cas. Los músicos no podían tocar sus instrumentos por que el Cholo Obregón saboreaba el cas en tal forma y con tanto gusto, que hacía la boca agua al más pintado.
Al darse cuenta el Maestro Lootz de lo que pasaba, ordenó a la policía de orden y de seguridad retirar a Obregón del kiosko, y si no obedecía la orden, llevárselo al Cuartel.
Al recibir la amonestación del guardia, el Cholo exclamó en voz alta para que lo oyera el Maestro Lootz:
—“Aquí en este país no hay libertad ni para comerse un cas” …
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujos de Noé Solano. Usado con autorización.