Imágenes más influyentes de la historia

UN HOMBRE EN LA LUNA │ Neil Armstrong, NASA, 1969

Luna

EN ALGÚN LUGAR DEL MAR DE LA TRANQUILIDAD, la pequeña depresión en la que se encontraba Buzz Aldrin la noche del 20 de julio de 1969 sigue siendo uno de los miles de millones de hoyos, cráteres y marcas de viruela de la antigua superficie lunar. Pero puede que no sea la marca más indeleble del astronauta.

A Aldrin nunca le importó ser el segundo hombre en llegar tan lejos a la Luna y perderse la designación de primer hombre de la época que consiguió Neil Armstrong por una mera cuestión de centímetros y minutos. Pero Aldrin se ganó otro tipo de inmortalidad. Como Armstrong llevaba la Hasselblad de 70 milímetros de la tripulación, hizo todas las fotos, lo que significa que el único hombre lunar que verían claramente los terrícolas sería el que dio los segundos pasos. Que esta imagen haya perdurado como lo ha hecho no era probable. No tiene nada de la acción de las tomas de Aldrin bajando por la escalera del módulo lunar, nada de la resonancia patriótica de su saludo a la bandera estadounidense. Simplemente está de pie en su sitio, un hombre pequeño y frágil en un mundo lejano, un mundo que estaría encantado de matarle si se quitara una sola prenda de su extremadamente compleja vestimenta. Su brazo está doblado con torpeza tal vez, ha especulado, porque estaba echando un vistazo a la lista de control en su muñeca. Y Armstrong, con un aspecto aún más pequeño y espectral, se refleja en su visera. Es una imagen que, en cierto modo, hizo todo mal si buscaba el heroísmo. En consecuencia, lo hizo todo bien.

Basado en un especial de la revista Time

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