Guerra arancelaria de EEUU pone en jaque a la OMC

Abril 11, 2025

Por Thalif Deen

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“Fuera Estados Unidos de las Naciones Unidas”, dice una pancarta en un país del Sur global. Imagen: John Birch Society

NACIONES UNIDAS – La creciente hostilidad del gobierno de Donald Trump hacia las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales llevó a un columnista del diario The New York Times a describir la situación un poco frivolamente como «algo un poco incendiario».

Quizás al nombramiento de Elise Stefanik como embajadora de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una figura virulentamente contraría al organismo, pudiera seguir, a juicio del columnista, el abandono por completo de la institución mundial.

El edificio de 39 plantas de la ONU, comentó el columnista de The New York Times, tiene «unas vistas increíbles del río East», por lo que dijo, bastante sarcásticamente, que que sería una gran conversión a condominio, como un complejo de apartamentos de lujo.

El magnate Trump ha cimentado su riqueza en el sector inmobiliario, y está en la mente de todos la propuesta de que la martirizada Franja de Gaza sea desalojada de su población palestina para crear allí el gran complejo turístico de Medio Oriente.

Una las cientos de órdenes ejecutivas expedidas por Trump, rubricada en febrero, se tituló: «Retirada de los Estados Unidos de determinadas organizaciones de las Naciones Unidas y fin de la financiación a las mismas, y revisión del apoyo de los Estados Unidos a TODAS las organizaciones internacionales».

Desde su retorno a la Casa Blanca el 20 de enero, Trump ya ha retirado Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Acuerdo de París sobre el clima.

También ha amenazado con el retiro de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Medio Oriente (Unrwa).

También llegó a rescindir los contatos de Estados Unidos con el Programa Mundial de Alimentos (PMA), aunque luego se rescindió la medida, calificada como «un error».

La pregunta es si Trump podría revertir su retirada de las agencias de la ONU o ponerla en una pausa, como ha hecho con la casi totalidad de los aranceles anunciados el 2 de abril, con la gran excepción de China. Pero eso a juicio de especialistas en la ONU resulta poco probable.

Más allá de las idas y vueltas en la guerra arancelaria, las asombrosas tarifas anunciadas por Trump ya han amenazado las reglas básicas del comercio mundial.

En ese contexto, también han socavado la Organización Mundial del Comercio (OMC), con sede en Ginebra, descrita como la única organización internacional global que se ocupa de las reglas del comercio entre naciones.

Deborah Elms, directora de política comercial de la Fundación Hinrich, que se centra en el comercio, fue citada diciendo: «Yo diría que la OMC está acabada, pero lo que importa ahora es cómo respondan los demás miembros».

«¿Defienden el sistema? ¿O también ignoran principios, disposiciones y prácticas clave?, se preguntó.

En su impredecible y volátil toma de decisiones, Trump dio marcha atrás el miércoles 9 a la mayoría de lo que llama «aranceles recíprocos» durante un período de 90 días, citando una oleada de negociaciones con buena parte de los gobiernos, para explicar su cambio de opinión.

Pero de esa moratoria excluyó a China, cuyas importaciones en total ha gravado con 145 %.

Quizás después de 90 días, los aranceles volverán a estar en juego, continuando con la desestabilización del comercio mundial, que ya ha sumido la economía mundial en la incertidumbre.

La medida deja un arancel universal del 10 % para todos los demás países, excepto Canadá y México, con quien tiene un acuerdo de libre comercio y que se enfrentan a aranceles separados. Pero deshace algunos de los aranceles anunciados el 2 de abril: 20 % para la Unión Europea, 24 % para Japón o 46 % para Vietnam.

China ha dicho el jueves 10 que en respuesta a las tarifas de Washington para sus productos impondrá desde este sábado 12 aranceles de 125 % para los productos estadounidenses, en lo que representa una guerra comercial abierta entre las dos grandes potencias mundiales.

Precisamente la ONU ha dicho este viernes 11 que esta guerra de aranceles iniciada por Trump coloca a los países del Sur global ante un escenario «catástrófico».

Mandeep S. Tiwana, cosecretario general interino de Civicus, una alianza mundial de organizaciones de la sociedad civil, dijo a IPS que «estamos entrando en una peligrosa era de diplomacia transaccional sin valores que está llevando al colapso del orden internacional basado en normas».

Gran parte de ello, precisó, tiene que ver con el auge del autoritarismo y el populismo en los últimos años, que ha elevado a líderes políticos que difunden desinformación y gobiernan mediante el culto a la personalidad en lugar de normas establecidas.

«La sociedad civil y los medios de comunicación independientes sirven como importantes controles del ejercicio del poder arbitrario en el interés público, pero están siendo atacados de formas sin precedentes», dijo Tiwana.

Recordó que lamentablemente, la humanidad ya ha pasado por esto en el período anterior al inicio de la Primera y la Segunda Guerra Mundial en el siglo XX, que causaron una cantidad inconmensurable de muertes y destrucción.

Los regímenes autocráticos y populistas, dijo, están socavando deliberadamente las normas internacionales que buscan crear sociedades pacíficas, justas, igualitarias y sostenibles.

«En particular, la organización de la sociedad civil y la acción ciudadana ofrecen la última línea de defensa contra el incesante asalto a los preciados ideales consagrados en el derecho constitucional e internacional», planteó Tiwana.

António Guterres, secretario general de la ONU, fue enfático el 8 de abril. «He aclarado mi posición sobre este tema una y otra vez. Las guerras comerciales son extremadamente negativas. Nadie gana con una guerra comercial. Todo el mundo tiende a perder».

«Y estoy especialmente preocupado por los países en desarrollo más vulnerables, en los que el impacto será más devastador. Espero sinceramente que no haya recesión, porque una recesión tendrá consecuencias dramáticas, especialmente para las personas más pobres del mundo», advirtió.

Jim Jennings, presidente de Conscience International y director ejecutivo de Académicos Estadounidenses por la Paz, dijo a IPS que las protestas en muchas ciudades de Estados Unidos contra Trump, el sábado 5, bajo el lema de «Manos Fuera», amenazan con devolver al país a las décadas de debate sobre los aranceles que tuvieron lugar durante el siglo XIX.

El problema entonces, como ahora, recordó, era el proteccionismo, que se creía que enriquecía a la clase manufacturera.

Mientras que «los whigs (los republicanos de hoy)» querían aranceles altos, la idea del libre comercio como forma de alcanzar la prosperidad era el mantra de los demócratas, que favorecían a la clase trabajadora.

El presidente republicano Abraham Lincoln estaba a favor de los aranceles, pero en 1860 admitió que defender un arancel proteccionista no era prudente por razones políticas, ya que pocas personas lo apoyaban en ese momento.

La mayoría de los estadounidenses se habían dado cuenta de que los aranceles elevados protegían a la clase adinerada y simplemente aumentaban los impuestos para todos. Lincoln sabía que era poco probable que fuera elegido presidente si los aranceles eran la clave de su campaña.

Para Jennings, «los desconcertantes faroles y amenazas de Trump de hoy en día significan que el mercado seguirá rebotando. A Wall Street le gusta la certeza, pero la única certeza que podemos ver es que la economía estadounidense está en manos de aficionados».

«Si bien la idea de comparar nuestra economía globalizada con la de 1840-1860 es problemática, con el mundo ya tambaleándose al borde de la Tercera Guerra Mundial, una guerra comercial es lo último que necesitamos», dijo.

Andreas Bummel, director ejecutivo de Democracy Without Borders, aseguró a IPS que «desde el punto de vista de los controles y contrapesos democráticos, es preocupante que el presidente de Estados Unidos pueda desencadenar una guerra comercial con la mayoría de los países del mundo mientras el Congreso estadounidense se limita a mirar».

Pero también es cierto que el Departamento de Estado ha revertido un número no revelado de recortes de fondos radicales a los proyectos de emergencia del Programa Mundial de Alimentos en 14 países empobrecidos, reconociendo que había rescindido algunos de los contratos de ayuda para salvar vidas «por error».

«Hubo algunos programas que se recortaron en otros países que no debían recortarse, que se han revertido y se han puesto en marcha», dijo a los periodistas la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce.

Beijing decidido a devolver los golpes

Mientras tanto, Beijing ha ido respondiendo a cada incremento de Washington sobre los llamados aranceles recíprocos contra China.

«Esta práctica de Estados Unidos no se ajusta a las normas del comercio internacional, socava los derechos e intereses legítimos de China y es una típica práctica de intimidación unilateral», djo el Ministerio de Finanzas de China en un comunicado.

China también ha presentado una demanda ante la OMC, alegando que la escalada de aranceles estadounidenses contra sus productos «son na típica práctica de intimidación unilateral que pone en peligro la estabilidad del orden económico y comercial mundial».

Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC, dijo que el organismo está supervisando y analizando de cerca las medidas anunciadas por Estados Unidos el 2 de abril, así como sus marchas y contramarchas posteriores.

«Muchos miembros se han puesto en contacto con nosotros y estamos colaborando activamente con ellos en respuesta a sus preguntas sobre el impacto potencial en sus economías y en el sistema comercial mundial», dijo.

Subrayó que los aranceles anunciados tendrán implicaciones sustanciales para el comercio mundial y las perspectivas de crecimiento económico.

«Aunque la situación está evolucionando rápidamente, nuestras estimaciones iniciales sugieren que estas medidas, junto con las introducidas desde principios de año, podrían conducir a una contracción general de alrededor de 1 % en los volúmenes del comercio mundial de mercancías este año, lo que representa una revisión a la baja de casi cuatro puntos porcentuales con respecto a las proyecciones anteriores», detalló Okonjo-Iweala.

La directora general de la OMC se declaró «profundamente preocupada por este declive y por la posibilidad de que se convierta en una guerra arancelaria con un ciclo de medidas de represalia que provoquen más caídas en el comercio».

Un dato importante es que según las reglas de la OMC, la gran mayoría del comercio mundial sigue fluyendo bajo los términos de la nación más favorecida, lo que neutralizaría parte del arancelazo de Trump, si Estados Unidos siguiera esas reglas pactadas.

«Nuestras estimaciones indican que esta proporción se sitúa actualmente en 74 %, frente a 80 % aproximadamente a principios de año. Los miembros de la OMC deben permanecer unidos para salvaguardar estos logros», dijo Okonjo-Iwela.

Pero en cualquier caso, acotó, las medidas comerciales de esta magnitud pueden crear importantes efectos de desviación del comercio.

«Hago un llamamiento a los miembros para que gestionen de manera responsable las presiones resultantes a fin de evitar que proliferen las tensiones comerciales», pidió la máxima autoridad de la OMC.

T: MF / ED: EG

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