Anecdotario Nacional

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CON LOS primeros meses de la segunda administración del Licenciado don Ricardo Jiménez Oreamuno, el encargado de una de las lecherías que por aquellos años tenía el recordado patricio, compró en el Almacén Koberg, una correa de muy buen cuero, con veinte pies de longitud, para la máquina de picar pasto.

Dos o tres días después, don Ricardo recibía un informe de su finca en el cual se quejaban acerbamente de que la nueva correa no era de una sola pieza, sino hábilmente compuesta de pedazos de cuero uniformes y de igual tamaño, como obligadamente tenía que ser, debido a que las pieles de res son relativamente cortas en su parte útil.

El reclamo fue pasado por el Licenciado Jiménez Oreamuno a la firma comercial en referencia. Enterado del molesto asunto el Ingeniero don Max Koberg Bolandi, quien ya en aquélla época tenía a su cargo la parte
técnica del negocio, buscó el teléfono oficial cercano y directamente llamó al señor Presidente Jiménez, y le dijo:

“Por favor, don Ricardo, dígame dónde se consiguen reses de veinte pies de largo”.

Con su gran inteligencia, el Licenciado Jiménez Oreamuno, inmediatamente se dio cuenta del error de su gente y riéndose, contestó, con tono socarrón:

«Lo que pasa don Max es que mi Mandador sabe mucho de vacas y muy poco de cueros …

(Ese incidente dio lugar a una gran amistad y confianza que desde entonces se desarrolló entre ambos señores y que culminó luego con la realización de la excelente idea de electrificar el Ferrocarril al Pacífico).

Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujos de Noé Solano. Usado con autorización.

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