Cuestión de género

Por Jon Kokura

Trump

Setenta y dos horas de Trump y el hombre anaranjado de 78 años está imparable. Según él, en 48 horas de su segundo mandato ha hecho más que en los insoportables cuatro años de Joe Biden.

A deshecho más, para ser realistas.

Trump es hoy un maníaco compulsivo de firmar decretos y anular otros.

Sus subordinados le llevan decenas de carpetas negras etiquetadas y el las firma sin leerlas siquiera. Todo lo que garantizaba un mínimo los derechos de las personas son borradas de un firmazo.

Y esto a Trump le encanta, por eso lleva a los periodistas, para que registren como con el poder de su lapicera libera a los golpistas que en su nombre se tomaron el Capitolio el 6 de enero del 2021 y mataron a cinco policías que lo custodiaban. O ordena perseguir indocumentados en iglesias, escuelas, hospitales, donde sea que estos se encuentren.

Trump está en su salsa y la mayoría de los gobiernos del mundo con colitis.

Cuando el magnate de bronceado zanahoria dijo que España era un país de los BRICS. El gobierno de España y la oposición salieron juntos y desesperados a decirle; «¡No míster Trump! ¡Nosotros no somos de los BRICS! ¡No lo fuimos ayer! ¡No lo seremos jamás! ¡Le ofrecemos disculpas por haberle hecho creer cosa semejante!»

Si esto no es colitis… ¡Joder!

En este mar de cagones por el «huracán Trump». Han sido dos mujeres las que se han puesto de pie.

Una de ellas, Claudia Sheinbaum, la Presidenta de México, con ese modo tranquilo y tan bonito que tiene de hablar le dijo que las diferencias entre ambos países se arreglaban dialogando. Pero de igual a igual y no de patrón a empleado. Obviamente Trump, que siempre ha sido amo y patrón esto de debatir de igual a igual con el gobierno de México, le será difícil de digerir. Pero Claudia Sheinbaum ya se lo advirtió.

Otra mujer de pie fue Marianne Edgar Budde. Obispa de la Iglesia Católica no Romana de EEUU. Con diócesis en Washington.

Como todo tiene que ver con la imagen. Trump, después de haber decretado que en Estados Unidos solo hay dos géneros humanos; Masculino y femenino, fue a un oficio religioso dirigido por una mujer. Para que la gilada dijera; «¿Vieron? Trump no es tan cerrado como parece».
No le resultó la movida a los asesores de Donald Trump.

Porque la Obispa Budde, dulcemente le pidió piedad y compasión por los migrantes y los niños sin identidad de género, que no se sienten varón o mujer y que sufren horrores por eso. Sobre todo en los colegios, donde son víctimas de bullying en forma directa y preferencial.
Pedirle piedad o compasión a Trump es tan difícil como nadar en un pozo de petróleo.

La Obispa Marianne Edgar Budde lo hizo, en nombre de Dios.

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