Nuevo documental desentraña las mentiras de Leni Riefenstahl

Por Lisa Forster (dpa)

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ARCHIVO – La cineasta Leni Riefenstahl en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Múnich el 26 de agosto de 1972. Foto: Horst Ossinger/dpa
Crédito: Horst Ossinger/dpa

Berlín, 24 oct (dpa) – Leni Riefenstahl sonríe, con sus bucles rubios perfectamente rizados, durante un programa de entrevistas en 1976. «Debe de haberme confundido», dice a una testigo que le pregunta por el carácter despreciativo hacia la dignidad humana de sus películas.

Riefenstahl (1902-2003), quien rodó para Adolf Hitler películas como «El triunfo de la voluntad» y «Olympia», era conocida por negar su responsabilidad histórica.

Con una sonriente cara de póquer, se presentaba a sí misma como una artista ingenua que solamente cumplía órdenes. Así se la retrata también en el nuevo documental «Riefenstahl», que se estrena en los cines alemanes el 31 de octubre.

«Riefenstahl», dirigida por Andres Veiel y producida por Sandra Maischberger, utiliza el legado de Riefenstahl para examinar su relación con el régimen nazi, pero también narrar su biografía. Veiel y Maischberger fueron los primeros en tener acceso al conjunto de bienes de la artista, que consta de 700 cajas.

De esta manera, surgió una obra oscura pero fascinante sobre una mujer que supo perfectamente de manipulaciones. La película muestra repetidamente escenas que apuntan a que Riefenstahl probablemente no se arrepintió nunca de su labor para el régimen nazi. Tras la Segunda Guerra Mundial, fue catalogada como seguidora, aunque ella misma recalcó en repetidas ocasiones que era apolítica.

Sin embargo, la investigación de su patrimonio reveló una imagen diferente, afirma el director Veiel. «Encontramos una referencia a una entrevista del ‘Daily Express’ con Riefenstahl de 1934, aunque faltaba la entrevista en sí», explica.

«Entonces la obtuvimos del archivo del periódico. Allí, Riefenstahl confiesa que leyó ‘Mi lucha’ de Hitler en 1932 y que, tras leer las primeras páginas, ya se había convertido en una entusiasta nacionalsocialista».

¿Y por qué eliminó la cineasta la entrevista de su propio archivo? «Un documento como este habría derribado de un plumazo su leyenda de mujer ‘apolítica’, construida con tanto esfuerzo», considera Veiel.

En «Riefenstahl», se muestran además extractos de entrevistas, así como grabaciones de llamadas telefónicas y fotos privadas y citas de notas personales.

Veiel y Maischberger son conscientes de que es poco probable que Riefenstahl dejara para la posteridad pruebas realmente explosivas. «Sabemos que destruyó algunas de las pruebas», declaró Maischberger en el Festival de Venecia, donde se estrenó la película. «Pero me resultó sorprendente cuántas cosas dejó».

Sin embargo, en lo que se refiere a su arte, Riefenstahl cuenta con numerosos admiradores. «Jodie Foster, Rammstein y muchos otros se acercaron a la cineasta sin querer detenerse demasiado en su involucramiento político e histórico», asevera Maischberger. Y cita al director Quentin Tarantino, quien afirmó alguna vez que Riefenstahl fue «la mejor cineasta que haya existido».

Pero otros la admiraban no solo por su obra cinematográfica. Maischberger cuenta que fue especialmente impactante escuchar las grabaciones de las llamadas telefónicas que Riefenstahl recibió tras la emisión del programa de entrevistas en 1976.

En aquel entonces, había sido invitada en el «talkshow» de la emisora WDR «Je später der Abend», donde respondió a preguntas de contenido crítico. «Por aquel entonces no podía prever -y muchos otros millones tampoco- lo que sucedería alguna vez», contestó. «No lo sabía».

«Riefenstahl» no ofrece revelaciones impactantes, sino que más bien debe entenderse como un testimonio y una advertencia en el clima político actual.

«El resentimiento antisemita está experimentando actualmente un resurgimiento masivo, combinado con la añoranza de un Estado-nación en el que todo era supuestamente mejor, más organizado y más seguro en el pasado», afirma Veiel.

«También citamos a Leni Riefenstahl en este contexto. Cuando aún vivía, esperaba que el pueblo alemán volviera a la decencia, las buenas costumbres y la moral, ya que decía que tenía la capacidad de hacerlo. La cita también podría haber venido de destacados representantes de la AfD (el partido ultraderechista Alternativa para Alemania)», concluye.

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