La tía Inés hará falta, ella se casó (y enviudó) con mi tío y padrino, Jorge Arturo. Desde entonces una relación de familia (y política) cercana.
Fue quien más me incentivaba a escribir. Cuando dejaba de hacerlo me llamaba a reclamarme.
Ella vivió intensamente, una vida de claros y oscuros. Con mucha capacidad de vivir tristezas y alegrías.
Hace muchos años, cuando mi música era Jethro Tull, The Beatles y Cat Stevens, ella y tío Jorge llegaban a casa a oír a Carlos Gardel y Agustín Lara.
Ella cerraba los ojos y se transportaba oyendo con delicia y placer su música.
Tenían en su casa de habitación una mesa de comedor regia, sobria, de finas maderas. Toda una obra de arte que llenaba el ambiente de buen gusto. Ella contaba la historia de su mesa mientras la acariciaba. Un día que la visité, tenía en la mesa una red de Ping Pong y dos paletas, y me dice: “para entretener a mi nieto y llenarme de alegría”.
Tía Inés siempre tuvo una agenda clarísima. Sus prioridades las establecía con el alma y no se confundía.
Murió sedada a sus 92 años. Una muerte plácida como premio a una vida intensa.
Yayo Vicente
Ante la muerte de Inés Trejos
Hoy el periodismo y las artes se visten de luto porque una de los suyos ha partido. Inés Trejos fue una mujer periodista, promotora del arte y la cultura. Los costarricenses fuimos afortunados de contar con una mujer de la sensibilidad artística de Inés Trejos. Para ella pocas cosas fueron más importantes como la promoción del arte y la cultura en nuestro país.
El gran pensador de las ideas, Isaías Berlin, dijo una vez que “la injusticia, la pobreza, la esclavitud y la ignorancia, pueden ser curadas con una reforma o una revolución. Pero los hombres no viven únicamente de combatir males. Viven también de construcciones positivas, individuales y colectivas…” Inés Trejos fue mujer de construcciones positivas. Una muralla de ideas contra la ignorancia, una fortaleza de ideas contra la desidia, un castillo de ideas contra los mitos.
En esta hora larga y sombría en la que el alma de su familia está de rodillas llorando su ausencia, les envío un abrazo solidario y mis sentidas condolencias
Óscar Arias Sánchez
Homenaje a Inés Trejos Araya
Hoy despedimos a una gran amiga, Inés Trejos Araya, cuya vida estuvo marcada por la pasión, la dedicación y el amor por la cultura, el periodismo y las artes.
Doña Inés fue una pionera en todos los espacios que ocupó, dejando una huella indeleble en cada uno de ellos.
Desde sus primeros pasos en el periodismo hasta su rol como la primera directora del Museo de Arte Costarricense y su trabajo como viceministra de Cultura, Juventud y Deportes durante el gobierno de Luis Alberto Monge, ella encarnó el compromiso con la promoción del arte y la cultura en nuestra sociedad.
En su vida personal, doña Inés enfrentó con gran valentía la pérdida de sus amados hijos, Herman y Walter. Esta experiencia la marcó profundamente, y con ella compartimos conversaciones que nos unieron en momentos de dolor, especialmente tras la pérdida de mi hijo Daniel. Ella siempre me brindó un apoyo sincero y solidario, entendiendo como sólo una madre que ha pasado por lo mismo puede hacerlo. Pese a su dolor, encontró consuelo y alegría en el amor de sus nietas y nieto, quienes son un reflejo de su legado humano y quienes perpetuarán su memoria.
Doña Inés combinó la gestión cultural con una crítica de arte aguda, escribiendo para medios como La Nación, La Prensa Libre, y La República. Su columna «Lunes Literario» ofreció un espacio invaluable para dar voz a poetas, escritores y pintores.
Su amor por la cultura la llevó a colaborar con revistas como Perfil y Artes/Letras, convirtiéndose en una verdadera defensora de las artes y la literatura costarricense. También se desempeñó como Ministra Consejera en Nueva York y Agregada Cultural en Gran Bretaña, dejando una huella internacional en su labor diplomática.
Tuve el honor de ser su amigo desde aquellos años en los que asumió con valentía el cargo de viceministra de Cultura. Compartimos proyectos, conversaciones y sueños, y atesoro profundamente cada una de esas experiencias.
Hoy, su ausencia deja un vacío irreparable, pero su memoria vivirá en mi corazón y en el de todos quienes tuvimos el privilegio de conocerla y aprender de ella.
Ella nos enseñó que el periodismo es más que informar: es elevar la conciencia social, y que la cultura no es un accesorio, sino una parte esencial del bienestar de un país. Su vida fue un testimonio de estas convicciones, y su legado será inspiración para las generaciones futuras.
Descansa en paz, querida amiga.
El arte, las letras y la amistad que cultivaste seguirán floreciendo gracias a las semillas que sembraste con tanto amor y dedicación.
Hasta siempre,
Ricardo Castro