Verdades, que no lo son

Sergio Erick Ardón Ramírez

Ardón

Ha sido publicado un artículo firmado por Fernando Berrocal, en el que él afirma que en algún momento hubo la intención por parte del gobierno sandinista de los años ochenta, de enviar tropas contra nuestro país.

Dice también Berrocal que la idea partía de Cuba y que Humberto Ortega, jefe entonces del ejército nicaragüense la rechazaba.

Me tocó, en mi condición de diputado, realizar múltiples gestiones para evitar que el gobierno de Luis Alberto Monge, débil y complaciente, y del que Berrocal formaba parte como Ministro de la Presidencia, cediera a las presiones de Reagan para lograr que Costa Rica, igual que ya lo hacía Honduras, participara activamente en apoyo de la guerra que USA impulsaba y financiaba en Nicaragua.

Lo cierto es que Nicaragua era el primer interesado en que eso no sucediera, y que se abriera otro frente en su frontera sur.

Ya Edén Pastora, que iba y venía como Pedro por su casa, libraba una guerra limitada a lo largo del Río San Juan.

Recordemos el incidente de Crucitas en el que una patrulla de la Guardia Civil fue emboscada sufriendo bajas. Ese hecho presentado como una acción ofensiva de los sandinistas, fue realmente una provocación para crear un clima de indignación y favorecer el involucramiento total de Costa Rica. A lo que Monge se oponía.

Consciente de los peligros de una guerra a la que se nos quería arrastrar, me convertí en puente, viajando repetidas veces a Managua a encontrarme con Humberto Ortega. Aquí en Costa Rica fue el Ministro de Gobernación Enrique Obregón, el enlace con el presidente Monge.

Si bien había honda preocupación en Nicaragua ante la posibilidad de que Monge cediera a las presiones de Reagan, e incluso me pidieron comunicar las acciones de castigo que podrían tomar, de ser atacados desde suelo costarricense con mayor fuerza de la que significaba Pastora, por lo demás titubeante. Pastora nunca aceptó pasar a ser ficha incondicional de la estrategia que proponía Reagan a través del Coronel Oliver North y Elliot Abrams. También conversé con él, transmitiéndole las preocupaciones del gobierno sandinista.

Pastora rechazaba de plano la posibilidad de un enfrentamiento directo entre Nicaragua y Costa Rica, y prometió que él se opondría a cualquier acción que buscara esa confrontación.

En ningún momento, ni de asomo, hubo la intención de invadir el país. Lo que sería para los sandinistas dispararse en sus propios pies.

Los mensajes todos, insistían en evitar cualquier acción, a uno y otro lado de la frontera, que llevara a un enfrentamiento directo, que es lo que buscaban los agentes de USA.

No es cierto que hubiera concentración de tropas a la largo de las línea fronteriza, eso solo lo afirmaban aquí los del Movimiento Costa Rica Libre, cómplices de la estrategia de guerra, diciendo que había «tanques comunistas» a solo horas de San José.

Tampoco es cierto que de Cuba llegara tan absurdo consejo.

Como no es verdad que Humberto Ortega y Daniel Ortega tuvieran opiniones encontradas con relación al conflicto armado.

La estrategia de guerra estaba en las manos de Humberto de manera clara y decisoria.

Luis Alberto Monge, debe reconocerse, en medio de sus debilidades, no quería que nos viéramos envueltos en una guerra, esto me lo afirmaba con total convicción Enrique Obregón . Y esto es lo que yo transmití a Nicaragua, aliviando preocupaciones.

La Proclama de Neutralidad vino a ser el instrumento jurídico sobre el que se asentaba esta decisión, que no fue comprendida por todos aquí.

Hubo quienes, aún entre los ministros del mismo gobierno, tenían una posición belicista, querían el involucramiento. Es el caso de Fernando Volio Jiménez quien renunció al Ministerio de Relaciones Exteriores en desacuerdo con Monge.

Así que en honor a la verdad histórica, y me tocó ser actor de primera mano, nunca existió el peligro de una invasión como dice Berrocal, ni eso fue sugerido por nadie. Tampoco existieron tales desacuerdos entre los hermanos Ortega.

No estoy acusando a Fernando Berrocal de mentir, solo que no creo que su visión de las cosas sea la que sea más cercana a la verdad de los hechos.

Sucede que en muchas ocasiones las informaciones que se reciben, son incompletas o distorsionadas, con o sin intención, y al darlas por ciertas, se cae en el error.

Para completar esta reseña histórica debo agregar que siendo ya presidente de la República Oscar Arias, seguí, esta vez a través del Viceministro de Relaciones Exteriores, Carlos Rivera Bianchini, cumpliendo el papel de emisario, en un sentido y en otro. Siempre con el interés de evitar que malos entendidos o provocaciones pudieran desembocar en una confrontación armada entre Nicaragua y Costa Rica, lo que de ninguna manera estaba en el interés de ambos pueblos.

En la fotografía ilustrativa se destaca al lado de los Comandantes sandinistas la presencia de quien fue por varios años vicepresidente de la Nicaragua sandinista, Sergio Ramírez Mercado.

Señalo el hecho porque, posteriormente, el insigne escritor, parece haberse dado a la tarea de invisibilizarse, sin asumir responsabilidad alguna de los aciertos y los desaciertos. Porque unos y otros los hubo y él no fue ajeno.

Exdiputado

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