Múnich, 21 sep (dpa) – La tradicional Fiesta de la Cerveza de Múnich, la Oktoberfest, fue inaugurada hoy por el alcalde de la ciudad, el socialdemócrata Dieter Reiter, quien abrió el primer barril y brindó por una fiesta en paz con su rival político, el primer ministro conservador de Baviera, Markus Söder.
El predio del Wiesn, donde se celebra la Oktoberfest, había abierto pocas horas antes sus puertas a los visitantes, que se abalanzaron a ocupar un lugar en las tiendas bajo un clima soleado. Tras la inauguración oficial y los fuegos de artificio que la señalizaron se comenzó a servir las primeras jarras de cerveza.
La mayoría de los asistentes llevaban la indumentaria tradicional bávara de vestidos dirndl, las mujeres, y pantalones cortos de cuero, los hombres, incluido Söder.
Apenas transcurridas dos horas y media de la apertura de los barriles cayó la primera «víctima» de la ingesta de cerveza: una estadounidense de 24 años tuvo que ser trasladada en camilla a los puestos de atención sanitaria.
La cerveza ofrecida en la Oktoberfest tiene una graduación alcohólica del 6 %, algo superior a la habitual, y solo se entrega en jarras de un litro. Un total de 530 personas, entre ellos 55 médicos, están a cargo de la atención de salud de los asistentes. En 2023 fueron atendidos en total 8.157 personas, aproximadamente un tercio de ellas por intoxicación alchólica.
Hasta el 6 de octubre se esperan en el predio ferial de Theresienwiese unos seis millones de visitantes de todo el mundo. El año pasado, con una duración extendida a 18 días, se contabilizaron 7,2 millones de asistentes, una cifra récord desde 1980, cuando se inició la estadística.
La cerveza vuelve a ser más cara en la Oktoberfest: una jarra de litro cuesta entre 13,60 y 15,30 euros (entre 15,20 y 17,10 dólares). El agua de mesa supera de media los diez euros por litro, aunque desde el año pasado se puede beber agua gratis en las fuentes del recinto del festival. En la parte sur del predio tiene lugar el tradicional Oide Wiesn, con bandas de música, bailes folclóricos y juegos históricos.
Tras los últimos atentados de Solingen y Múnich, de presunta motivación islamista, se adoptaron medidas de seguridad más estrictas para la Oktoberfest.
Se intensificaron los controles en las entradas y se utilizan por primera vez detectores de metales portátiles. Fueron prohibidas las bolsas grandes, cuchillos y botellas de vidrio, así como el sobrevuelo de drones.
Se calcula que habrá unos 600 policías de servicio en el recinto. Además, se desplegaron entre 1.200 y 1.500 agentes de seguridad por la ciudad. En el acceso de la jornada inaugural no se presentaron problemas de seguridad.