Un gran desafío para la primera mujer que presidirá México
Jessica Wax-Edwards, University College Cork
Andrés Manuel López Obrador (más conocido por sus iniciales, AMLO) dejará la presidencia de México el 30 de septiembre, dando paso a su sucesora y primera mujer presidenta del país, Claudia Sheinbaum Pardo.
Considerado un líder «mesiánico» por unos, el abuelo de la nación por otros, y «un peligro para México» por sus detractores, AMLO es una figura verdaderamente polarizadora. Sin embargo, su legado más destacado puede que sea más visual que político.
AMLO es una estrella recurrente del cine documental y uno de los principales youtubers, superando incluso a Donald Trump en número de suscriptores. Así que, a pesar de su insistencia en que se «retirará completamente de la política» cuando termine su mandato, persiste el temor de que su descomunal representación eclipse al Gobierno de Sheinbaum.
Tras la primera de sus tres campañas presidenciales se realizaron varios documentales sobre AMLO. El más popular de ellos, Fraude: México 2006, de Luis Mandoki, rompió récord de taquilla para el género.
La película trataba de evidenciar el supuesto fraude electoral que llevó a AMLO a declararse presidente legítimo de México en 2006, lo que desencadenó meses de protestas por parte de los partidarios de AMLO en la plaza principal de la capital.
Y aunque su fallida candidatura a la presidencia en 2012 pasó relativamente desapercibida, AMLO aprovechó todo el poder de su imagen para fundar un nuevo partido político, Morena, en 2014. Su campaña presidencial en 2018 dominó la conversación en las redes sociales, sobre todo en plataformas como Facebook, Instagram y YouTube.
Morena arrasó en las elecciones de manera sorpresiva, y AMLO agradeció «a las benditas redes sociales» en su primer discurso público como presidente electo.
No se detuvo ahí. Desde que asumió el cargo, ha celebrado conferencias de prensa matinales televisadas a diario, conocidas como mañaneras. Son sesiones de dos a tres horas que comienzan a las 7 de la mañana todos los días laborables y se retransmiten en directo por televisión, así como a través de los canales de YouTube de AMLO, el Gobierno y varios medios de comunicación nacionales. Al final de su presidencia, habrá grabado más de 1 500 mañaneras, lo que equivale a más de 3 000 horas de metraje.
A pesar del aburrido contenido de estos vídeos –principalmente él hablando incómodamente despacio, respondiendo ambiguamente a las preguntas de los periodistas y criticando a su oposición y a los medios de comunicación–, la cuenta de AMLO en YouTube ha acumulado 4,5 millones de suscriptores, superando los 3,2 millones de Trump.
Nueve meses antes del final de su mandato, AMLO abrió una cuenta en TikTok, mientras sus seguidores en las redes sociales siguen creciendo a pocos días de su jubilación.
El uso que AMLO hace de los medios visuales y sociales ha marcado hitos significativos en su carrera. Pero también refleja una tendencia más amplia, sobre todo entre los políticos populistas, que buscan eludir los medios de comunicación convencionales y llegar a un público más amplio.
Jair Bolsonaro en Brasil, Nicolás Maduro en Venezuela y el autodenominado «dictador más cool» de El Salvador, Nayib Bukele, son algunos de los líderes en América Latina que han tenido éxito en ganarse o distraer al público con su contenido en plataformas como Instagram y TikTok.
Los preocupantes avances de la extrema derecha en Europa también se relacionan cada vez más con prácticas hábiles en las redes sociales que se dirigen con éxito a los votantes jóvenes, por ejemplo, por parte del líder del partido Agrupación Nacional Jordan Bardella en Francia, o el partido Alternativa para Alemania.
Dado que los partidos mayoritarios suelen ir a la zaga en la adopción o el uso eficaz de estas plataformas, queda trabajo por hacer para fomentar una mayor alfabetización mediática entre el público y conectar con los ciudadanos.
El futuro de Sheinbaum
El éxito de AMLO en la pantalla podría complicar los esfuerzos de su sucesora por labrarse una identidad propia. La imagen de Sheinbaum ha estado ligada durante mucho tiempo a la de su mentor, y su carrera ha reflejado estrechamente la de éste.
Durante la etapa de López Obrador como jefe de Gobierno de la Ciudad de México (2000-2005), Sheinbaum fue nombrada miembro de su gabinete. En 2018, resultó elegida para ocupar el mismo puesto que catapultó a AMLO: jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Más tarde, el respaldo de AMLO impulsó su campaña presidencial, y compartió cartel con él regularmente en las redes sociales y en discursos públicos.
Podría decirse que lo más emblemático de esta relación es la portada del último libro político de AMLO, titulado ¡Gracias!, donde ella aparece detrás de él, semioculta por la sombra.
Cuando Sheinbaum fue seleccionada como candidata presidencial de Morena para las elecciones de 2024, los críticos advirtieron sobre su falta de carisma. Sin embargo, se convirtió en el centro de atención, distanciando su campaña de AMLO, con un enfoque en los datos y una apuesta por la energía limpia, sin dejar de abrazar la llamada Cuarta Transformación, el movimiento creado por AMLO para acabar con la corrupción y la impunidad en México.
Sheinbaum fue elegida con una mayoría récord (59,75 %). Y su cuenta de TikTok tiene el doble de seguidores que la de AMLO, así como un contenido mucho más atractivo.
AMLO ha desempeñado un papel importante en la carrera de Sheinbaum, y su ausencia dejará un enorme vacío visual. Pero si puede mantenerse alejado de los focos el tiempo suficiente, Sheinbaum tiene todas las posibilidades de dejar su propia huella en México.
Jessica Wax-Edwards, Marie Curie Postdoctoral Fellow, University College Cork
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.