Don Luis Alberto

Ocean Castillo Loría

Luis Alberto Monge Álvarez

El reacercamiento a Liberación Nacional, por parte del ex presidente Luis Alberto Monge, que se ha concretado por medio de dos acciones: la primera, el nombramiento de su representante ante el Comité Ejecutivo del partido, y la segunda, su regreso al Balcón Verde, después de 20 años de no hacer acto de presencia, para apoyar la alianza entre Jhonny Araya y Antonio Álvarez, esto complementado con el bautizo del edificio donde se ubican las oficinas de CEDAL, con el nombre del ex mandatario, nos sirven para reflexionar un poco sobre su figura.

Desde muy joven, don Luis Alberto mostró sus dotes para la acción política, y dentro del Partido Liberación Nacional, ya desde muy temprano se le visualizaba como un futuro candidato a la Presidencia del país.

Ahora bien, para la campaña de 1978, hubo un eslogan que, impactó muchísimo a las estructuras partidarias y a las propias bases del partido: “Monge es Liberación”. Los dirigentes más experimentados, al analizar este lema de campaña solo pueden llegar a una conclusión: esa frase refleja una verdad tan grande como un templo.

“Monge es Liberación”. Y es que don Luis Alberto, en sus dos candidaturas, fue elegido por el impulso de la gente, en otros partidos de orden plutocrático, aquel hombre, de alma y vida campesina, jamás, pero jamás hubiera sido candidato, pero aquel Liberación Nacional que lideró Monge, era un Liberación altamente cercano al sentir popular.

Era un Liberación en el que las preocupaciones eran por ejemplo: le énfasis en el sector agrícola y un Liberación que de un modo u otro, estaba vinculado con el sector sindical. Valga decir, que luego de las épocas de los Programas de Ajuste Estructural, estas preocupaciones cambiaron por otras de la agenda nacional.

Monge… un campesino, en cuya experiencia de vida estaba haber sido dirigente del sindicalismo democrático… vaya mezcla para un hombre que llega a ser Presidente de la República.

Los ricos miraban con desagrado al “campesino – sindicalista” y los sectores populares temían que los entramados del poder se “tragaran” a este hombre luchador y noble, haciéndolo olvidar sus orígenes y el centro de su acción política.

Para el pueblo, Monge llega al poder como el hombre llamado a salvar al país de lo que en aquel tiempo se sentía como: “la debacle de la administración Carazo”. También debe decirse que con el pasar del tiempo, algunos sectores y analistas de la izquierda, han dejado en el olvido ese sentir, para enfatizar el nacionalismo Caracista, pero ese es tema de otra historia.

En la línea antes dicha de la misión que el pueblo le encomendaba a Monge, y que él mismo definió como “una pesada cruz”, la tranquilidad en el carácter del Presidente resultó fundamental.

Crisis interna y crisis externa (La violencia en América Central), eran los desafíos que le correspondió a “Don Luis Alberto”, como cariñosa y respetuosamente le decía el pueblo, enfrentar.

Y aquí llegamos a un punto álgido de nuestra reflexión: para algunos, Monge evitó que entráramos a la espiral de la violencia en Centroamérica, por medio de la Proclama de neutralidad; para otros, este fue una mascarada para permitir el fortalecimiento de la “Contra” en nuestra frontera norte.

En este sentido, no podemos dejar de mencionar el debate que en la segunda mitad del año pasado, se dio entre Monge y el también ex presidente Oscar Arias, sobre esta época. Debate que ganó apoyado por las tesis de algunos actores de la época y la opinión de algunos académicos, el Dr. Arias. Además, debe adicionarse, las tesis que sobre esta coyuntura histórica se han expresado, con motivo de la celebración del 25 aniversario de la firma del Plan de Paz, Esquipulas II.

Lo cierto es que al llegar el 8 de mayo de 1986, Don Luis Alberto deja el poder querido por su pueblo, querido, porque Monge no se embriagó con los orgullos que pueden afectar al ser humano con poder, más con poder político.

Monge, un hombre sencillo.

Monge, un hombre tolerante.

Monge, un hombre lleno de simpatía.

En otro orden de cosas, y yendo más hacia atrás en la historia, quizás para muchos, por la cotidianidad, se puede olvidar que Monge desde su juventud fue un abanderado de una de las principales causas fundacionales de Liberación Nacional: la defensa del sufragio.

Así lo hace en su natal Palmares en 1944, esto lo conduce a San José, donde forma parte de las manifestaciones de estudiantes contra el “Caldero – Comunismo”. Para 1945, ayuda a fundar el Partido Social Demócrata y luego, forma parte del Ejército de Liberación Nacional.

De igual manera, sus primeros contactos con el sindicalismo democrático, del que ya dijimos que llegó a ser dirigente, los tuvo, gracias al Padre Benjamín Núñez Vargas. Pero la vida le tenía otros grandes retos…

Con solo 23 años, es elegido el Constituyente más joven, esto, siendo parte del Partido Socialdemócrata. En él, sin egoísmos, hay un claro defensor de una de las principales herencias del “Caldero – Comunismo”: la ampliación de las garantías sociales.

Será así como luego se consolida como dirigente en el ámbito laboral, al ser contratado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), lo que lo lleva a Suiza, donde maneja las relaciones de esta organización con el movimiento obrero de América Latina.

Pero luego corresponderá a Don Luis Alberto, el ser uno de los cuatro fundadores principales del Partido Liberación Nacional. Para ello, él aporta su conocimiento de Latinoamérica, en términos de evolución socio – política, sumando los valores costarricenses y el conocimiento, fruto de sus incesantes lecturas.

El nuevo partido debe ser ideológico y permanente, pero con practicidad, Monge es de la tesis de aprovechar la popularidad que en aquel momento tenía Figueres Ferrer, como ex jefe revolucionario y ex Presidente de La Junta Fundadora de la Segunda República, para sobre esa base fundar el partido, el cual debería contar con una estructura de formación política.

Era evidente que Figueres, Oduber y Orlich, miraban en Monge una gran intuición política, esa especie de virtud que durante siglos señalaron grandes pensadores de la Ciencia Política.

Para ellos, Monge era culto, inteligente, talentoso. Estas cualidades ya probadas en la lógica de las luchas del sindicalismo democrático.

Volvemos muchos años más adelante… Monge es un hombre auténticamente costarricense: basta observar en las campañas electorales de 1977 – 1978 y luego en 1981 – 1982; como atrae a las niñas y los niños de su patria.

Basta observar el verdadero interés con el que escucha las necesidades de su pueblo, basta mirar como se solidariza con los pobres. De esto dan constancia hasta sus más claros adversarios políticos.

No es Monge un hombre de pensamiento “economicista”, sino más bien, un político que tiene claro que la economía debe estar subordinada al ejercicio del poder político, en pro del bien de las mayorías.

Don Luis Alberto es un hombre sincero…

Denunció lo que consideró las desviaciones ideológicas de Liberación Nacional.

Apoyó las tesis que consideró las más sanas tanto dentro como fuera de la estructura del partido.

Y hoy… hoy, vuelve con gran fuerza, en lo que ha manifestado es “el último intento por rescatar el Liberación histórico”. Rescate que es cosa de visión ideológica y no de electorados o “grupos de edad”, como equivocadamente han interpretado algunos comentaristas políticos.

Independientemente de todo… es indudable que con gran alegría las grandes mayorías liberacionistas han celebrado el retorno de Don Luis Alberto.

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