Uno de sus familiares nos contó que cierto día conversando con un amigo en una de las principales calles de la vieja ciudad de Alajuela, acertó a pasar junto a ellos, una señora contra quien sostenía en aquella época un litigio judicial; verlo ésta, enfurecerse y lanzarse violentamente contra él, propinándole un soberano empellón, todo fue uno. El Licenciado Fernández Bonilla, a quien su amigo hubo de prestar ayuda para que no cayese a tierra, volvióse rápidamente en dirección hacia donde se alejaba la señora, diciendo en voz alta:
—“Amigo, infórmeme desde cuándo permite la policía, que cerdas sueltas anden sin horqueta por las calles de la ciudad”…
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Usado con autorización.
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